(06 de junio, 2020. Revolución TRESPUNTOCERO).- En su proyecto “Deconstruir el narcocorrido”, el cantautor y ensayista sinaloense Obed Noriega analiza diferentes elementos y características de este género musical —ineludible, en cierta forma, de la identidad de su tierra—, para hacer a un lado la apología del crimen organizado y resignificarlo en su trabajo musical y ensayístico.
Al haber egresado de la Licenciatura en Letras Portuguesas de la UNAM, Noriega también ha estudiado extensamente a compositores como Chico Buarque y Caetano Veloso. Además, ha publicado en la revista “Fricciones”, en “Círculo de Poesía” y fue incluido en la antología “Todos los nombres cuentan”, que editó el Instituto Sinaloense de Cultura en 2014.
Dos años después fue seleccionado en el Programa de Estímulo a la Creación y al Desarrollo Artístico de Sinaloa (PECDAS), con un proyecto de escritura de ensayos sobre compositores contemporáneos de su entidad. Desde 2017, imparte talleres sobre composición, al tiempo que sus primeros álbumes y sencillos, como solista y con la agrupación “Amigos en común”, se van abriendo paso en la escena musical de México.
“Deconstruir el narcocorrido” es un ensayo transdisciplinario en el que Obed combina su investigación y reflexiones teóricas sobre dicho género, con ejercicios prácticos que se traducen en canciones y comprueban las hipótesis planteadas.
De este modo, el cantautor ha difundido una serie de tres video-ensayos, en los cuales explica —y demuestra con su guitarra— cómo puede llevarse a cabo este proceso de reapropiación y resignificación.
El narcocorrido, a decir de Noriega, está estrechamente ligado a la sensibilidad popular y al lenguaje coloquial, con lo que ha conseguido un fuerte arraigo en el imaginario de ciertos sectores de la sociedad, principalmente al noroeste del país.
“No podemos ignorar la apología (…) Sus letras cuentan a manera de epopeya la vida del narcotraficante; se festejan sus triunfos, se justifican sus crímenes”, detalla.
Sin embargo, Obed lleva a cabo una revisión del género, sus antecedentes y atributos musicales, para “aprovechar la riqueza del narcocorrido y revalorarlo desde una actitud crítica”.
En el primer video-ensayo aborda la recontextualización de los códigos líricos y musicales; es decir, remusicalizar la narrativa del narco, al contar la misma historia de la letra original, con cambios en el acompañamiento.
“No es lo mismo que yo cante una historia propia de un narcocorrido sobre una música rítmica, con acordes mayores y una actitud de festejo…”, explica y enseguida toca un fragmento de “500 balazos” de Voz de Mando, en su versión original; para después marcar un rotundo contraste solo con las siguientes modificaciones: “acordes menores, arpegeados, como si fuera una canción de protesta”.
Luego de cantar su propia versión con dichos cambios, comenta que “es una prueba de cómo puede cambiar el sentido, auxiliado por la fuerza de la música y el contexto”.
En el segundo capítulo de su proyecto, Obed puntualiza que el “género de las bazucas y las metrallas”, en su calidad de heredero del corrido, “es fruto de una rica tradición musical que se desarrolló en nuestro país desde tiempos precedentes a la Revolución y que, en este sentido, representa un cúmulo de riqueza cultural que nos pertenece como mexicanos”.
“Tal tradición centenaria alberga un amplio repertorio de melodías y texturas instrumentales de extrema belleza. Tristemente, estos espacios sonoros han sido coptados por una empresa musical que parece actuar como el brazo ideológicamente armado del propio narcotráfico”, señala, por lo que le resulta funcional a intereses como la recluta, la limpieza del nombre, entre otros.
Con el objetivo de recuperar estos territorios musicales invadidos, Obed aplica la metodología de Bob Dylan, tomando como inspiración las melodías de otras canciones, “en este caso, melodías de narcocorridos”, como punto de partida para “crear nuevas rolas, cuyas historias nada tengan que ver con la épica del mafioso y sí con cuestiones como la conciencia social”.
De esta manera, el músico de 27 años ha hecho un cruce entre la melodía del narcocorrido “Recordando a Manuel” de Lenin Ramírez, Gerardo Ortiz y Jesus Chairez, con la letra de “Te recuerdo Amanda” de Víctor Jara, cantor chileno torturado y asesinado por la dictadura de Augusto Pinochet.
El resultado es que la historia de un pistolero y las justificaciones de sus actos sea reemplazada —aunque conservando su melodía— por la de un obrero explotado que solo tiene cinco minutos para ver a su novia.
Finalmente, en la tercera parte de su video-ensayo, Noriega utiliza la herramienta de la parodia para “dialogar con el género del narcocorrido”.
“Machismo y narcocultura son dos palabras que van siempre de la mano (…) un buen número de narcocorridos dan ejemplo de cosificación de las mujeres y de uso de lenguaje explícitamente denigrante hacia ellas (…) En una ciudad como Culiacán, que es cuna y escuela del narcotráfico, los consumidores de la narcocultura no se encuentran solamente en los sectores que se relacionan con dicha práctica”, describe, en cuanto al impacto de este tipo de discursos en la cotidianeidad e idiosincracia del público sinaloense.
Debido a esto, el cantautor resalta la eficacia del tono paródico para hacer una revisión de los lugares comunes en este género musical, como son todos los clichés asociados a la imagen del llamado “buchón”, entre los que destaca el machismo.
En la canción “Mi barrio”, dedicada a su ciudad natal y compuesta junto a Ernesto Peralta para su proyecto “Amigos en Común”, Obed confirma que la parodia puede ser un arma poderosa en el combate a los efectos negativos del narcocorrido.
Los estímulos para este “reciclaje” y resignificación musical datan de la infancia de Noriega, según reconoce en entrevista para Revolución TRESPUNTOCERO. En primer lugar, de sus años como estudiante en un colegio católico, donde reformulaban la letra de canciones famosas para volverlas religiosas; “es una cosa muy de la iglesia, como han hecho con ‘Blowin’ in the wind’ de Bob Dylan”, cuenta entre risas.
No obstante, la principal influencia vendría de la visitas a casa de su abuela, quien le cantaba piezas antiguas y le transmitía “la memoria del campo”.
“Me acuerdo de sus descripciones de cuando ayudaba a su papá a sembrar y dentro de todo ese imaginario también caben las canciones (…) Me cantó muchas canciones y yo diría que eso fue de las cosas que me acercaron más, que me empaparon más en mi experiencia musical”.
“Panchita”, una canción de su álbum “Despertador”, es una remusicalización en bossa nova de la pieza homónima que forma parte del legado popular que le compartía, de viva voz, su abuela. “Es una de las que ella me cantaba y yo creo que se identificaba con el personaje”, expresa el joven cantor que no le teme a los estigmas ortodoxos de la autoría y la composición, buscando siempre el equilibrio entre la creación y la reapropiación en la música.