Redacción Corazon 3.0 / @Corazon3_0
(21 de junio, 2014).- Rayaron en el punto más alto de la dignidad. Los anónimos defensas iraníes construyeron una digna muralla de resistencia que duró 90 minutos en los que la poderosa albiceleste claudicaba en sus intentos por batir la puerta. Pero en la cancha estaba Messi y a La Pulga hay pocas barreras que se le resistan. Con tres segundos de inspiración, la mandó a guardar en tiempo de compensación y así provocó la caída de los heroicos corazones persas que salieron con lágrimas de la batalla.
Fue un acto de resistencia absoluta. Lo que Carlos Queiroz propuso fue ordenarse, correr, meter, transpirar y mantener una concentración a tope. Su equipo lo logró. Argentina tuvo la pelota, pero no la idea. Messi apareció en el primer tiempo, pero en el complemento se borró hasta la jugada del gol. Higuaín y Agüero fueron relevados por su escasa participación. Ya suman seis puntos, pero en gran medida gracias a Messi y no a su volumen de juego.
Irán tuvo un par de oportunidades, una al minuto 86 que Romero tapó con un gran lance. Hubiera sido una recompensa merecida para los asiáticos, quienes aún derrotados pusieron la cara al sol. Expiró el tiempo regular y entonces Messi se acordó que es Messi. Tomó la pelota afuera del área, cargado al sector derecho, desde que le llegó, levantó la cara y vio al portero, tuvo claro en la mente lo que quería. Se le acercó un defensa, lo eliminó con un quiebre hacia adentro, de esos que Messi hace ver muy sencillos, antes de que llegara el otro central a cerrar, la zurda mágica se activó, acarició la redonda y la mandó a besar la red.
La resistencia iraní fue derribada por una pulga.