Por: Valentina Pérez Botero
@vpbotero3_0
Todo se basa en el principio de reponer: construyes un edificio, quitas espacio verde y lo repones al hacer una azotea naturalizada. El verde sólo se desplaza unos metros arriba. Aunque parece una norma básica de eficiencia espacial, las azoteas en la ciudad de México siguen monopolizadas por las jaulas de tendido de ropa.
De acuerdo con datos de la secretaria del Medio Ambiente del DF, Tania Müller, el 80 por ciento de los techos de la ciudad son planos y por ende, candidatos ideales a ser reverdecidos. Además de los beneficios ambientales que aporta robarle metros cuadrados al concreto de la ciudad, estos espacios encierran otra funcionalidad: resguardan la flora y fauna nativa; en otras palabras, son santuarios de la biodiversidad.
La cuenca de México, donde yace la capital del país y parte del Estado de México, alberga el 2 por ciento de la biodiversidad del planeta y a nivel nacional tiene el 30 por ciento de mamíferos y el 10 por ciento de aves, por lo tanto, las azoteas verdes en la ciudad contribuirían a reponer los metros cuadrados de hábitat que consume, año a año, la mancha urbana.
El Dr. Stephan Brenneisen, especialista suizo en azoteas verdes, ha podido comprobar como estos oasis citadinos han permitido la conservación de flora nativa y el regreso de muchos especies animales a la ciudad. Con el fin de catalogar el impacto en biodiversidad de las azoteas naturalizadas en la capital mexicana, la Secretaría de Medio Ambiente auspiciará el primer estudio de biodiversidad en conjunto con el dr Brenneisen y la Universidad de Chapingo.