spot_img
spot_img

23 de abril, día de Cervantes y Shakespeare aunque al calendario no le cuadre

- Anuncio -

(23 de abril, 2014).- En 1995, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés) declaró el 23 de abril como Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor en honor de dos grandes genios que fallecieron ese mismo día de 1616: William Shakespeare y Miguel de Cervantes, el dramaturgo inglés y el narrador español considerados como las mayores cumbres de la literatura universal.

Sin embargo, el hecho es que ninguno de los dos murió ese día. Miguel de Cervantes murió el 22 de abril y fue enterrado el 23, mientras que Shakespeare murió diez días después, el 3 de mayo. La confusión se debió a que España e Inglaterra usaban calendarios diferentes: mientras España y otros países católicos como Francia, Italia y Portugal ya habían adoptado el calendario reformado por el Papa Gregorio XIII para corregir el desfase causado por no considerar los años bisiestos, los ingleses hicieron ese cambio hasta 1752.

De hecho, hay una gran relación entre las religiones y el uso del calendario. Aunque hoy la globalización haga que todas las naciones usen el calendario gregoriano, obviamente cada civilización ha desarrollado su propia forma de medir el tiempo. Por ejemplo, en el calendario chino ya han transcurrido casi cinco milenios, mientras que el musulmán registra menos de mil 400 años, es decir, los transcurridos desde que el profeta Mahoma partió desde la Meca a la ciudad de Medina.

Pero volviendo a Cervantes y Shakespeare, no se piense que la Unesco ignoraba las diferencias en los calendarios juliano y gregoriano. Con el establecimiento de la efeméride se buscó honrar más la creencia popular que el rigor histórico, lo cual no deja de ser propio del objeto homenajeado. Los libros pueden consignar hechos históricos o estadísticos, pero lo que los ha inmortalizado como parte de la cultura humana es su papel como portadores de las fantasías y las fabulaciones que embellecen la vida del espíritu. No por casualidad el primer libro impreso fue La Biblia, el texto sagrado de la cristiandad.

Quizá por ese afán de encontrar en la vida cotidiana elementos de sorpresa y regocijo es que se halla tan extendido el mito de que estos dos grandes fabuladores murieron un mismo día, la más grandiosa de todas las coincidencias que se les ha inventado. Los más entusiastas han encontrado semejanzas entre algunos de sus personajes y en la manera magistral en que mezclaron los géneros, recordando que Shakespeare fue también poeta y Cervantes incursionó en el género dramático –aunque en este campo la fortuna sólo sonrió al isabelino.

Quizá la confusión resulte más perdonable a ojos de la Historia al haber sido difundida por otro poeta, a quien los habitantes del país que media entre la Mancha del Quijote y las Lowlands de Macbeth consideran uno de sus más grandes hombres. Fue Víctor Hugo quien retomó las afirmaciones del Dr. John Bowle y escribió sobre Shakespeare que “murió el 23 de abril. Tenía ese día cincuenta y dos años justos, pues había nacido el 23 de abril de 1564. Este mismo día, 23 de abril de 1616, murió Cervantes, genio de la misma altura”.

Por cierto, que la idea de usar el 23 de abril como pretexto para homenajear a Cervantes y Shakespeare no se le ocurrió a la Unesco a finales del siglo XX. Por ejemplo, el poeta mexicano José Juan Tablada consigna que “el 23 de abril de 1951, se inauguró en nuestro Palacio de las Bellas Artes el primer Congreso de Academias de la Lengua Española. Se acordó asociar el nombre de Shakespeare al de Cervantes en el homenaje que la inauguración en tal fecha constituía, y comunicarlo así a la Royal Society de Londres”, señalando el propio Tablada que “si bien la coincidencia es sólo aparente, el sentimiento de los pueblos recuerda a los dos insuperados escritores en el mismo día”.

Aunque la Historia no permite sustentar entre ellos más semejanza que la genialidad y la influencia perenne que despliegan sobre las letras, sus lagunas son campo fértil para la fantasía. Así, las teorías y leyendas sobre un encuentro entre Michael y Guillermo son regadas por el completo vacío en los registros de la vida de Shakespeare durante la última década del siglo XVI.

Por último, una idea peregrina sobre la segunda parte de la efeméride establecida por la Unesco, ésa que invita a celebrar los derechos que los creadores tienen sobre sus creaciones: si en la primera década del siglo XVII hubieran existido los derechos de autor, no se habría publicado el famoso apócrifo que acicateó a Cervantes para escribir la segunda parte de la obra que fijó cómo habría de escribirse la lengua de los castellanos durante los siguientes cuatro siglos.

- Anuncio -spot_img
- Anuncio -

MÁS RECIENTE

- Anuncio -

NO DEJES DE LEER

- Anuncio -