(20 de junio, 2014).- “En lugar de un osito de peluche, en mi cama había un balón. Manteníamos una relación extraordinaria; siempre fue mi verdadero amor. Me acuerdo perfectamente de que me lo regalaron en Navidad, cuando tenía siete años.”
Ese niño, amante del futbol desde que recibió su primer balón, nació en Alemania el 28 de febrero de 1944. Fue el mismo año en que los aliados occidentales invadían Francia y la Unión Soviética invadía Alemania durante la segunda guerra mundial. Un año después, el evento bélico llegaría a su fin cuando las tropas soviéticas y polacas entraran a Berlín el 8 de mayo.
“Gato” fue como posteriormente fue apodado el infante alemán, por su agilidad y seguridad de atrapar el balón. Guardameta fue su posición y se convirtió en el portero del siglo en su país.
Cuando los alemanes se cuestionan sobre el mejor cancerbero de su historia piensan, además de Oliver Kahn, en el Gato. Y piensan en él porque además de sus múltiples ligas y copas ganadas con el Bayern Munich, fue campeón del mundo en 1974. Después de recibir la copa, su compañero, Franz Beckenbauer declaró: “Sin él, no habríamos sido campeones del mundo.”
El mejor jugador de Alemania en tres ocasiones y premiado como el mejor arquero del siglo le comentó en alguna vez a la FIFA: “Un portero debe transmitir tranquilidad, pero con cuidado de no dormirse. Si te colocas bien frente al balón, no te hace falta saber volar”.
Cuando recibió su primer balón de regalo nunca imaginó que después de colgar sus guantes se dedicaría al tenis, al golf y que escribiría libros sobre entrenamiento deportivo, y mucho menos imaginó que el 20 de junio estaría disputando la final de la copa de Europa en Yugoslavia.
Ese día, era la tanda de penales y era el tiro decisivo. Si Checoslovaquia anotaba se proclamaría campeón del certamen. El tirador era Antonín Panenka quien tenía de frente y bajo los tres palos a un hombre que de niño no tenía osos de peluche en su cama y que conoció a su primer amor a los siete años. Estaba frente a Josef Dieter Maier, mejor conocido Sepp Maier. Era el gato contra Panenka.
El centrocampista checo vestía con playera roja, shorts blancos, calcetas azules y zapatos negros. Caminó frente el balón y al ver que el portero alemán se aventó hacia el costado izquierdo antes de que él pateara, decidió hacer historia y le pegó al esférico con la punta del pie a la parte inferior del mismo para que éste tomara un efecto de vaselina y se incrustara en las redes. El gato, para ese momento, ya estaba en el pasto y vestido de azul con shorts negros, observó como se le iba la copa de las manos.
Sepp Maier no fue fiel a su declaración a la FIFA. Se colocó frente al balón pero no por el tiempo requerido. Voló, y antes de que el delantero tocará el balón. A partir de ese momento a esa forma tan exquisita de cobrar un tiro penal, llena de seguridad, confianza y suerte, se le llama: A lo Panenka.