Por: Valentina Pérez
@vpbotero3_0
El primer mes del año conjugó dos hechos contradictorios: por un lado, el primero de enero inició la prórroga del protocolo de Kioto, el único convenio internacionalmente vinculante para combatir el cambio climático, y por el otro, la organización ambientalista Greenpeace publicó el informe “Punto de no retorno” en el que devela los 14 proyectos energéticos –en curso- más sucios de la historia.
A pesar de que el protocolo de Kioto es en la magnitud de su iniciativa importante en el panorama internacional, el efecto práctico de su existencia es marginal: lo países que ratificaron su participación en esta prórroga sólo representan el 15% de las emisiones contaminantes a nivel mundial. Y el simple hecho de que en el primer plazo –caducado en 2012- no se hubieran cumplido las metas, muestra el poco o nulo interés por parte de los países por reducir el impacto ambiental que generan.
La publicación de Greenpeace revela que el proyecto para extraer carbón en Australia, por ejemplo, equivale a triplicar la emisión total de contaminantes del país entero para 2025 –China, Estados Unidos e Indonesia; también explotarán sus reservas de carbón-; en el caso de extracción de petróleo, Canadá, quien no renovó su afiliación al protocolo, tiene junto a Kasajstán e Iraq proyectos ambiciosos para su extracción, y en el caso del gas, Asia Central, África y Estados Unidos protagonizan la lista.
El panorama latinoamericano a punta hacia el mismo sentido: México, que encabeza la lista de países más contaminantes de esta región de acuerdo a la organización Monitoreo del Carbono para la Acción (CARMA, por sus siglas en inglés), tiene contemplada la extracción de petróleo en el golfo y su futuro energético se definirá, en gran medida, con la reforma en esta materia que está impulsando el nuevo titular del Ejecutivo; todo esto a pesar de ser un miembro activo del protocolo.
Venezuela y Brasil también contemplan extracción de petróleo, pero es en este último donde las consecuencias parecen más devastadoras. Además de que la extracción en sí emite una cantidad preocupante de gases contaminantes, la reserva de petróleo hallada en 2007 en el subsuelo marino del país sudamericano es las más grande encontrada en 30 años en el continente, la acción devastaría fauna y flora acuática.
A pesar de que organizaciones internacionales han insistido en que el crecimiento económico no está peleado con el cuidado ambiental , los países aún no han podido desvincular su industria de los combustibles fósiles y con ello han anclado sus alternativas de reducción de contaminación.