(27 de enero, 2015).- De los cuatro puntos cardinales: Taxqueña. Eran las 10:00 de la mañana…la gente comenzó a reunirse con los rostros alzados, pintados de una mezcla de rabia-tristeza a punto de salir. En realidad la rabia-tristeza lleva tiempo en las calles, no por octava ocasión sino por incontables. Será que México es así, resiste con su digna rabia.
¡Vivos los llevaron, vivos los queremos!, repite una comitiva de padres de los 43 normalistas desaparecidos el pasado 26 de septiembre… Parece que se esconden detrás del rostro del hijo que esperan. Será que han adquirido 43 rostros distintos y ahora no se distinguen entre ellos, son uno mismo al frente.
“Llegaremos hasta las últimas consecuencias, pues queremos que ocupen las butacas que están vacías…esperando a nuestros futuros maestros”, dijo Felipe de la Cruz, vocero de los padres. Simultáneamente, la hilera de cartulinas con los rostros de los muchachos normalistas, parecen escuchar atentos… parecen dar el paso subversivo.
Fue el Estado…Narcopolítica…Siervos del capitalismo…No quiero que mi hijo sea el 44… Ayotzinapa somos todos… se lee entre muros y pancartas que lanzan la verdad así, al desnudo. “Cuando no hay justicia, la verdad es subversiva”, dice el hombre detrás del micrófono. Es 26 de enero y las calles se han teñido de verdad, porque no queremos que se vuelvan a teñir de rojo.
Rebelión del dolor: una lucha que conjugó dolores
El Gobierno Federal se ha esforzado en desaparecer la protesta de Ayotzinapa, en decir que quienes se manifiestan son vándalos; sin embargo, los profesores de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de Guerrero (CETEG) hacen frente: “si somos delincuentes por protestar, tendrán que abrir muchas cárceles porque somos muchos en las calles… ¡ya nos cansamos!”.
Rostros cubiertos… para ser vistos. Tras las capuchas se descubren los ojos, se les escucha la voz, como queriendo decir lo indecible para no ser capturados. Mujeres con un machete en la mano, quizá por eso les llamen “violentos”, porque no saben que el machete es el símbolo del trabajo, ése con el que cortan la cosecha… ése con el que defienden su tierra. En tanto, un hombre de mirada recia, dice: “nos quieren desaparecer para quitarnos nuestras tierras, pero no nos vamos a dejar”.
Pedro Hernández Monroy, integrante del Consejo de Ejidos y Comunidades Opositoras a la presa de La Parota (CECOP), es serio pero enfático: “Nos detienen porque nos organizamos, pero es que no queremos que nos quiten el agua”. Él vino con sus compañeros para manifestarse contra la desaparición de los 43 normalistas porque no quieren que los sigan desapareciendo por defender lo suyo, su tierra.
“Pedimos la liberación de Nestora Salgado”, se escucha a lo lejos. Éste es un mar de gente que busca desaparecidos/presos, que busca entre escombros. ¡Por qué, por qué nos asesinan…si somos la esperanza de América Latina!, gritan enardecidos estudiantes de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN). En la otra acera un niño con el uniforme escolar puesto aún, se suma a la marcha para pedir lo mismo que todos aquí: ¡Porque vivos se los llevaron, vivos los queremos!
#AcciónGlobalporAyotzinapa8 es la punta de los que buscan… buscan… buscan… a 43 desaparecidos más 26 mil, más los estudiantes sin escuela, más los que se quedaron sin tierra, más los que piden libertad por sus presos por luchar. Eso es Ayotzinapa, una rebelión del dolor que no tiene distinción de edades ni campos laborales, es el dolor que salió de pronto… es la esperanza que duele, pero es digna.