Por: Valentina Pérez
tw: @vpbotero3_0
En la ciudad de México ya la basura te alimenta –a través de un programa de trueque de desechos por comida- y en Bolivia ahora te da vivienda. Ingrid Vaca Diez se ha dedicado, durante 10 años, a construir casas para la gente más pobre del país sudamericano con botellas de plástico reciclado.
La idea surgió de una carta y una pelea con su marido. Una de sus alumnas escribió que para navidad quería una casa más amplia, menos endeble y más limpia; cuando días después su esposo le reclamó por una acumulación de botellas PET, como se conocen en México, y le dijo “Hay tantas que podrías construir una casa”; y lo hizo.
La idea que hace de las botellas de plástico rellenas de arena el equivalente de ladrillos ha podido dotar de casa a familias enteras. El proyecto, explica Ingrid, involucra necesariamente a la familia: se necesita de su esfuerzo, constancia y mano de obra; no sólo porque sin ellos sería casi imposible, sino por que la ayuda sin trabajo ha malacostumbrado a la población a no esforzarse por conseguir algo.
El proyecto de Ingrid tiene una dimensión social: aumenta la calidad de vida de su barrio de la niñez y por el otro, tiene una repercusión ecológica al darle una función práctica a las botellas de plástico que se demoran muchísimo en degradar y contribuyen a empeorar el problema de la basura.