La intempestiva renuncia, este lunes 11 de febrero, del Papa Benedicto XVI, no sólo termina con su faceta negra -escándalo por abusos sexuales dentro de la iglesia, alto contenido homofóbico en sus discursos, conservadurismo en anticoncepción, aborto y la negativa a que las mujeres se pudieran ordenar en el sacerdocio-, también despide su lado verde.
El 265avo Papa de Roma fue el responsable de darle continuidad a los preceptos ecológicos que introdujo Juan Pablo II en el discurso católico. Por estos motivos se le conoció entre grupos ambientalistas como el Papa Verde.
Durante sus ocho años de gestión pidió a los gobiernos moderar la explotación desmedida a los recursos naturales, e incluso durante jornadas emblemáticas como la Mundial de la Paz, en 2010 dijo que “es indispensable que la humanidad renueve y refuerce esa alianza entre ser humano y medio ambiente”; discurso que hacía eco del llamamiento, 20 años anterior, que hizo Juan Pablo II en la misma jornada “”Ante el extendido deterioro ambiental la humanidad se da cuenta de que no puede seguir usando los bienes de la tierra como en el pasado. La opinión pública y los responsables políticos están preocupados por ello, y los estudiosos de las más variadas disciplinas examinan sus causas. Se está formando así una conciencia ecológica“.
Benedicto XVI ancló el discurso cristiano y ecológico en la visión de una crisis cultural y mural por agresiones a la naturaleza y a la vida en la que “el ser humano se ha dejado dominar por el egoísmo, perdiendo el sentido del mandato de Dios, y en su relación con la creación se ha comportado como explotador, queriendo ejercer sobre ella un dominio absoluto”.
A los 85 años, el próximo 28 de febrero, el Papa se retirará del puesto más alto de la jerarquía católica, religión que cuenta a nivel mundial con mil millones de feligrenses.