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A México el priismo lo convirtió en un país de tragedias impunes

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A México el priismo lo convirtió en un país de tragedias impunes. Demostrado está no hay ‘nuevo PRI’, solamente existe uno, el mismo de siempre, el que asesina a estudiantes y libera delincuentes.

En este país no hay pequeñas tragedias. Hay catástrofes para aquellos mexicanos que las padecen.  Esas historias están sostenidas por el abuso del poder y la indiferencia criminal de un Estado que sexenio a sexenio ha sido construido sobre la base de la corrupción, la ambición, la tortura (física, psicológica y hasta económica), las desapariciones y los asesinatos. Por eso sea cual sea el caso y el móvil de esos hechos, igual son todas las tragedias, esparcidas a lo largo y ancho del territorio.

“2 de octubre no se olvida”, contrario a lo que las oligarquías creen, nunca ha sido una frase repetitiva pronunciada y recordada cada año en tal fecha. El 68 también significó una gran revolución, donde las protestas no solamente eran marchas con temas estudiantiles y obreros, fue un movimiento tan digno como aquellos sucesos trascendentales de la Guerra de Vietnam, Checoslovaquia con la Primavera de Praga y una España en oposición al Franquismo. En México, el movimiento social de aquel año se manifestaba contra un Estado terrorista y creador de mafias gubernamentales.

A partir de aquel año las expresiones de un país en las calles en contra de los gobiernos sicarios no se han detenido, el 68 es el emblema de una lucha en común, que alimenta las convicciones de millones de mexicanos que hoy siguen combatiendo desde cada una de sus posiciones y las calles a una clase política artífice de la más cruenta violencia perpetrada contra quienes se sublevan ante las más atroces violaciones a derechos humanos.

El 2 de octubre jamás terminó, se siguen repitiendo las masacres, pero también se siguen repitiendo los levantamientos sociales que buscan erradicar el mal gobierno. Todos los movimientos después del 68 nacen principalmente, a partir del hartazgo estudiantil, por la condición política de México y también por la apatía generada por una gran parte de la sociedad ciega y muda, a ellos también se les exige cambios radicales en sus ideales y la eliminación de su pasividad.

Aquel año, se desafió el poder de un partido y una clase política cómplice, que ha mantenido al país soterrado en barbarie y la mortandad, el 68 es símbolo de desapariciones forzadas, muertes, presos políticos padeciendo las más terribles torturas y de familias que nunca recobrarán su vida y a sus seres queridos, pero toda aquella tragedia ha dejado a los mexicanos un legado, un objetivo común: la lucha incansable por la democratización auténtica del país.

Han pasado 47 años de aquel 2 de octubre y seguimos siendo un México de tragedias, pero también se ha desarrollado la conciencia social, aquellos objetivos siguen intactos e imperecederos, año con año existe un despertar colectivo, porque se ha aprendido que no olvidamos, para no repetir.

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