Por: Valentina Pérez
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En abril del año pasado una foto del rey Juan Carlos de España al lado de una herramienta –una pistola- y el cadáver de un elefante, causó conmoción alrededor del mundo entre grupos ecologistas que no sólo criticaban la costosa afición del mandatario sino el perjuicio a las especies en vías de extinción.
La caza furtiva es la segunda causa de desaparición de las especies exóticas después de la destrucción del hábitat y es el tercer mercado negro más acaudalado –después de las drogas y armas- en el mundo al generar entre 18 mil y 26 mil millones de dólares anuales de acuerdo a Naciones Unidas.
La organización ambientalista WWF insiste que las mafias alrededor del tráfico de especies silvestres es un atentado a la biodiversidad, por lo que ha lanzado una campaña con tres animales emblemáticos para la concientización sobre este problema: el elefante, el tigre y el rinoceronte.
Las cifras son de por sí impactantes por lo pequeñas: 20 mil rinocerontes en el continente africano, 3 mil 200 tigres en libertad y 600 mil elefantes.
El portavoz del WWF advirtió que el comercio de marfil, cachos de rinoceronte y partes del tigre, muchas veces son utilizados por grupos terroristas para el financiamiento de sus actividades.