(30 de marzo, 2016. Hablemos de Sexo / RevoluciónTRESPUNTOCERO).- El paso entre aquel prehistórico falo de piedra de 20 centímetros proveniente del Paleolítico y los primeros vibradores fue muy lento, pero eso sí: las exploraciones para inventar objetos que generaran placer por aquí y por allá, tanto a hombres como a mujeres, se han dado de manera constante.
Dicen que la reina Cleopatra de Egipto inventó el primer vibrador, pues llenaba una calabaza de abejas que, enojadas, volaban en el pequeño espacio, generando una sabrosa agitación. Vayan ustedes a saber si así fue, pues no existen registros históricos al respecto, pero sí se sabe que en el siglo XIX, los médicos que decían curar la “histeria” de las mujeres (que no era otra cosa que malestar por no sentir ese maravilloso desfogue que genera el orgasmo), comenzaron utilizando sus manos y acabaron patentando el primer vibrador electromecánico, el mismo que en poco tiempo pasó del consultorio a numerosos hogares.
Hoy estamos asistiendo a una auténtica revolución tecnológica del sexo. Los juguetes que generan placer erótico ya no tratan de parecerse a los penes reales ni están fabricados con materiales que lastiman; ahora, su proceso de diseño y creación ha llegado a universidades, a institutos de investigación científica que buscan ofrecer sensaciones irrepetibles con artefactos discretos, estéticos, portátiles, fáciles de usar pero con múltiples posibilidades.
En la Universidad de Yale, el Doctor X Treme se basó en el concepto de impedancia mecánica, o la relación entre fuerza y velocidad en una estructura sometida a vibración, para crear el Orgasmatron, un potente vibrador con forma de pera que utiliza esta impedancia a favor del clítoris.
LAS MUJERES NO BUSCAN UNA EXPERIENCIA QUE “SUSTITUYA” LA PENETRACIÓN DE UN PENE, SINO VIVIR NUEVAS SENSACIONES, ESTIMULACIONES QUE PUEDAN RECIBIR MIENTRAS GOZAN CON SU PAREJA O SOLEDAD.