Por: Valentina Pérez
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El animal símbolo de las zonas árticas porque el color de su pelaje remite inmediatamente al color de su hábitat natural, el oso polar, no logró figurar en el apéndice I de La Convención sobre el Comercio Internacional de Especies en Peligro, Fauna Salvaje y Flora (CITES) que hubiera restringido aún más su caza y comercialización.
El bloque opositor se compone por algunos países de la Unión Europea, Noruega y Canadá, quien es casa de más de dos tercios de la población total (16 mil de 25 estimados) de este animal. Canadá asegura que el oso polar no se encuentra en peligro de extinción y que su disminución anual, de 300 ejemplares, tiene que ver con el consumo aborigen de la especie y no por una tendencia amenazante de desaparición.
La propuesta de endurecer las medidas de protección del oso polar fue de Estados Unidos y Rusia, pero por cuatro votos fue desechada: de los 126 países representados este año en la CITES , 42 votaron en contra, 38 en favor y 48 se abstuvieron.
Quienes estaban a favor de la iniciativa aseguran que el mayor carnívoro de la tierra no sólo es codiciado por su pelaje y sus dientes sino también una víctima palpable del cambio climático. La inclusión en la lista de especies amenazadas del apéndice I de la convención hubiera significado una prohibición estricta de su caza.