Por: Valentina Pérez Botero
Nepal vive en una paradoja: concentra una de las mayores reservas hídricas del planeta mientras el 20 por ciento de sus ciudadanos no cuenta con agua potable. Casi un tercio de su población muere de sed y de pobreza ante la incapacidad de realizar el correcto saneamiento de desechos domésticos e industriales –que contaminan los cuerpos de agua– y la incapacidad en infraestructura para asegurar el acceso al agua a todo nepalí.
El 22 de marzo se celebrará a nivel mundial el día del agua con el fin de promover jornadas de reflexión sobre el acceso, asequibilidad del servicio, calidad y distribución del agua; rubros en los que Nepal tiene un importante déficit y por los que paga una alta tasa de mortandad por enfermedades relacionadas con el mal estado del agua.
Desde 2010 Naciones Unidas incluyó el derecho al agua y al saneamiento como un derecho humano al considerar que su cumplimiento es “esencial para la realización de todos los derechos humanos”. En el caso de Nepal, a pesar de las reservas privilegiadas, sus mantos acuíferos están contaminados y, en las diversas topografías –valle y montaña– se ven obligados a recurrir a pozos subterráneos o a costosos métodos de extracción.
La importancia de ligar el derecho al agua con el de saneamiento es que un correcto saneamiento de aguas residuales aporta dignidad a la vivienda y evita la contaminación. En Nepal menos del 30 por ciento de los habitantes cuenta con este servicio.