Por: Valentina Pérez Botero
Twitter: @vpbotero3_0
Las cuchillas afiladas se cambiaron por dientes. Las nuevas podadoras, a prueba, de la capital francesa serán las ovejas Ouessant. Pero su función, aunque llamativa, no es nueva; en Francia ya existe una gama de empresas de ecopastoreo que alquilan ovinos para el mantenimiento de céspedes.
El cambio climático, visto desde una óptica económica, ha lanzado un nuevo reto: ¿Cómo conjugar el crecimiento con el cuidado del medio ambiente? La pregunta se deriva, por ejemplo, de las millonarias pérdidas que ha generado la contaminación en China o del alza que los especialistas calculan que tendrán los pasajes aéreos por el incremento en las turbulencias y el subsecuente impacto tanto en combustible como en mantenimiento.
Esta encrucijada derivó en el surgimiento de empresas que conjugan ambas necesidades: la propuesta del ecopastoreo rescata a la especie Ouessant, en peligro de extinción hace unos años, ofrece un servicio ecológico –la parte ambiental como marketing– y económico –el precio razonable como elemento competitivo.
Las ovejas Ouessant, endémicas de la isla francesa del mismo nombre, son las más pequeñas del mundo y sus administradores insisten en que debe haber ciertos requisitos en los lugares donde remplazarán a las podadoras: debe estar cercado –para protegerlas de sus depredadores, que en las ciudades son humanos y perros callejeros–, debe tener mínimo 3,000 m2 –para que haya cantidades razonables de comida–, y el mínimo número de ovejas es un par, para procurar el bienestar de los animales.