NOTA DEL EDITOR: del 15 al 19 de julio, REVOLUCIÓN TRESPUNTOCERO publicará cuatro textos sobre poesía relacionada con la guerra contra el narcotráfico que empezó en el sexenio de Felipe Calderón y continúa en la administración de Enrique Peña Nieto. Ésta es la cuarta y última entrega del reportero Arturo García.
(18 de julio, 2013).- Daniel Rodríguez Moya habló de México porque le fue imposible retratar la misma situación de migración vivida en su natal España. Este poeta andaluz, originario del poblado de Granada, misma tierra de Federico García Lorca, tomó cinco meses para redactar su poema “La Bestia”, que inicia así.
Tan filoso es el viento que provoca / la marcha de la herrumbre /
sobre largos raíles, / travesaños del óxido… / Y qué difícil es / ignorar el cansancio, mantener la vigilia / desde Ciudad Hidalgo / hasta Nuevo Laredo, /
sobre el ‘Chiapas-Mayab’ que el sol inflama.
“La Bestia es el poema en que más tiempo he invertido —comienza el poeta—. Es un texto muy mexicano porque el tema afecta a todo México y Centroamérica, pero en realidad quería hablar de una bestia particular que tenemos en España, que no es un tren sino muchos barquitos llamados cayucos. Los migrantes que viene de África en busca del sueño europeo intentan pasar el estrecho de Gibraltar. Muchísimos se quedan en el camino, como ocurre con quienes suben a La Bestia”.
(Nadie duerme en el tren, / sobre el tren. / Agarrados al tren / todos
buscan llegar a una frontera, / a un norte que
a menudo se distancia, / a un sueño dibujado como un mapa /
con líneas de colores: / una larga y azul que brilla como un río /
que ahoga como un pozo. // Atrás quedan los niños y su interrogación, /
las manos destrozadas de las maquiladoras /
que en un gesto invisible / dicen adiós, /
espérenme, / es posible que un día me encarame a un vagón. //
Queda atrás Guatemala, / Honduras, Nicaragua, El Salvador /
un corazón de tierra que late acelerado.
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Amigos centroamericanos del poeta le comentaron los riesgos que los migrantes padecen desde ese punto del continente en su intento por llegar a los Estados Unidos. Daniel se dio a la tarea de investigar el recorrido del tren y la situación de los migrantes en su paso por México.
“Me pareció un drama tremendo y con una fuerza literaria, y me fue mucho más fácil hablar de ese tema, que en realidad es el mismo pero con otro protagónico”, comenta el escritor en entrevista telefónica desde Nicaragua, país al que visita con frecuencia y lugar que dio origen a su interés por el tema.
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…Es mejor no pensar en las mutilaciones, / en la muerte
segura que hay detrás de un despiste. /
O en los rostros tatuados / que igual que
los jaguares amenazan, / aprovechan la noche y sus fantasmas /
y ya todo es dolor y más tragedia.
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Daniel Rodríguez Moya es un poeta que ha sido galardonado con los premios Federico García Lorca y Vicente Núñez de poesía. Ha publicado siete libros de poesía desde el 2001 cuando presentó Días idénticos a nubes. Después vinieron títulos como Oficina de sujetos perdidos, Las cosas que se dicen en voz baja y La poesía del siglo XX en Nicaragua.
Junto a otros siete poetas editó el libro Poesía ante la incertidumbre, donde se encuentra el poema “La Bestia”. Rodríguez Moya menciona que la situación de México por la guerra emprendida por el gobierno federal contra el narcotráfico se vio con mucha preocupación desde Europa.
“La situación en México se ve con mucha preocupación, porque es absolutamente dramática esa guerra que se está librando contra el narco; ese narco que, al final, lo que hace es nutrir a los países del sueño americano. La droga que va a los Estados Unidos y que provoca que en México se vivan situación de peligro”, explica desde España.
—¿Y cómo funciona la poesía en estos contextos y en los movimiento sociales como los de México?, se le pregunta.
—Evidentemente un poema no va a parar que se deje de matar… Decía el propio Mario Benedetti: “¿Qué puede hacer un soneto frente a un misil?” Pragmáticamente la poesía no puede frenar la violencia pero sí puede ser capaz de crear conciencia en la sociedad y generar movimientos de repulsa para que estos entornos no se vean con normalidad.
Y agrega: “La poesía tiene que ser capaz de comunicar conciencia entre sí y de llamar la atención de las personas para que este tipo de situaciones no se vean con normalidad, porque al final, en países como México, de verlo a diario en la prensa nos acostumbramos. Entonces sucede que lo normal es enterarnos de que sicarios de un Cártel entran a un bar, matan a 25 personas y las degollan… La poesía en este sentido puede hacer un llamamiento para que las personas sepan que eso no es normal… México vive esa situación, también extrema, pero no es el único país”.
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Es tan lenta la noche mexicana… / Bajo la luna inquieta / una herida
de hierro y de listones / traza un perfil oscuro, / un reguero de sangre que seguir.
// El olor de la lluvia sobre la tierra seca / se corrompe mezclado con sudor
y gasóleo. / Es agua que no limpia, que no calma la sed, / que sucia se
derrama / entre las grietas de la vieja máquina, / una oscura metáfora
del animal dormido. // Con el amanecer llega el aviso. /
Hay que saltar a un lado, / la última estación ya queda cerca.
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“(La migración) era un tema del que siempre había querido hablar… sobre esos hombres que sólo aspiran a una vida mejor”, explicó el poeta del texto que habla de una realidad mexicana que no se detiene.
Y el poema “La Bestia” finaliza así:
Marcha lenta la máquina / con racimos de hombres a sus lados. /
El humo del gasóleo difumina un perfil que se pierde a lo lejos. /
Ha pasado ‘la bestia’ camino a la frontera. /
Avanza hacia el norte / el viejo traqueteo de un tren de mercancías.