(30 de abril, 2014).- “He matado a cuatro personas, los degollaba. Sentía feo al hacerlo. Me obligaban”, declaró el denominado “niño sicario” luego de su captura el 3 de diciembre de 2010, cuando apenas tenía 14 años. Lejos del sensacionalismo de los medios, el caso de Edgar Jiménez Lugo, “El Ponchis” evidencia la decadencia de nuestra sociedad, contaminada hasta el tuétano por el crimen organizado.
La historia del “Ponchis” fue dada a conocer en 2010, luego de que se difundieran en YouTube una serie de videos donde torturaba a sus víctimas para luego ejecutarlas, como parte de los trabajos asignados por su “maestro”, Julio de Jesús Hernández Radilla, alias “El Negro”, líder de sicarios del Cártel del Pacífico Sur (CPS), a cargo de los hermanos Beltrán Leyva.
Nacido en San Diego, California, Estados Unidos, Edgar fue entregado al cuidado de sus cinco hermanos y su abuela cuando tenía apenas un año, luego de que sus padres fueran detenidos por las fuerzas federales norteamericanas.
Luego de salirse de la primaria cuando cursaba el tercer grado porque “no les gustaba, comenzó su carrera en el hampa a los 11 años, al asaltar un negocio, crimen por el cual fue recluido aunque salió rápidamente por tratarse de un menor de edad. Por esos días, “El Pochis” ya había probado mariguana, cocaína y piedras facilitadas por el narco.
De acuerdo con su versión, la banda de “El Negro”, lo recluyó a la fuerza para otorgarle tareas como cercenar genitales y degollar a los miembros de los grupos rivales, siempre amenazado y bajo el influjo de algún psicotrópico. Sin embargo, recibía una paga de aproximadamente dos mil 500 pesos a la semana.
Su caso fue elegido por el periodista Julio Scherer García para incluirla en su libro Niños del crimen donde menciona que “El Ponchis” es clínicamente sano, carece de disposición para modificar sus valores y muestra un gran desinterés por los sentimientos ajenos; no se sujeta a reglas sociales, muestra descontento y agresividad, y manipula a los demás a su beneficio”.
“Su pronóstico es desfavorable, pues es probable que una vez en libertad se integre a bandas delictivas importantes y su grado de peligrosidad se eleve considerablemente”, señala el autor, en el amplio texto que le dedica al “niño sicario”, donde también se incluyen otros 40 casos similares.
Una vez detenido, Jiménez Lugo aceptó haber ejecutado a cuatro personas, no obstante, testigos aseguran que sus víctimas fueron muchas más. Incluso las autoridades lo acusaron de otros delitos como tráfico de mariguana, portación de arma ilegal y el secuestro de tres personas.
La aventura criminal del “Ponchis” terminó el viernes 3 de diciembre de 2010, cuando en el aeropuerto Mariano Matamoros de Xochitepec, al sur Cuernavaca, fue arrestado luego de intentar viajar a Tijuana y de ahí a San Diego en compañía de sus dos hermanas..
“Me detuvieron ahí, en el aeropuerto. Iba a San Diego, California. Iba a cambiar, a ver a mi madrastra, iba con mi hermana. El dinero para viajar me lo dio mi mamá”, declaró aquella ocasión aunque después trascendió que no tenía padres.
Aunque fue señalado por degollar a diferentes personas, él nunca admitió haber participado en la mutilación de tales víctimas ni mucho menos colgarlos en el paso a desnivel al sur de Cuernavaca, uno de los tantos crímenes cruentos que se le achacaban.
El fin de su camino en el crimen organizado, se dio cuando participó en la ejecución de un hombre al que arrojaron a la carretera Cuernavaca-Acapulco, aunque su niñez, su infancia, la inocencia que todo infante debe poseer fue asesinada mucho antes.