Por Mariana Lailson
Fotos: Cecilia Suárez
(16 de mayo, 2014).- Sandro vive en la parte baja de Jalcomulco, un poblado en el centro de Veracruz que se caracteriza por la riqueza natural a cargo del río Pescados y la combinación de bosque mediano y bajo subtropical.
Mientras camina, cerro abajo y con dirección al río, relata que “Jalco” –como le dicen los habitantes y los que le tienen cariño–, se dividió en dos a causa de los principales deportes de la región; en el béisbol aparecieron Los Brujos de la parte alta, contra Los Mangueros de la zona baja; y en el futbol, El Zaragoza contra El Rayo Vallecano, respectivamente. Dicha fragmentación deportiva se trasladaría a la política: el Partido Revolucionario Institucional (PRI) gobernó hasta la llegada de los “pesetillas”, militantes del Partido Socialista de los Trabajadores (PST). Después, la disputa por el lugar fue entre el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), el cual gobierna en la actualidad.
Sandro recuerda que su padre, quien fuera cazador hasta hace unos años, se juntaba con amigos que compartían la profesión, y que a partir de la ruptura, el grupo terminó disolviéndose. De acuerdo con el censo de población y vivienda de 2010 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), hay 2 mil 955 habitantes, y aunque los antiguos compañeros se encontraban en las calles o en la plaza, se mantenían firmes y no se dirigían la palabra.
Daniel Martín Quiroga Hernández, de 19 años, originario de la parte alta y mesero de Los Cachanes –uno de los principales restaurantes, famoso por sus acamayas o langostinos de río– recuerda, a orillas del Pescados, entre los dos puentes, que hace aproximadamente seis años había pandillas de jóvenes que cuando se encontraban en las ‘discos’ o en los bailes, llegaban a los golpes. Los Patotas eran de la parte superior, y Los Che de la inferior.
La línea divisoria entre ambas zonas es la calle Juárez. “Las personas de arriba son más de ambiente, más compartidos y hay más diversión, como en el torneo de futbol; y los de abajo son más fresas, más sangrones y no jalan con la parte alta”, describe Miguel Ballesteros, también de 19 años, heredero de esta idea de diferenciación entre los habitantes de Jalcomulco.
Con la preparatoria terminada, Miguel decidió no continuar con sus estudios y dedicarse al ecoturismo como guía de México Verde, compañía pionera en rafting y en la explotación responsable del ambiente. De acuerdo con datos del Consejo Nacional de Población (CONAPO) y la Secretaría de Educación de Veracruz, de los habitantes mayores de 15 años, el 18 por ciento es analfabeta y el 51.1 por ciento no terminó la primaria.
La gente de la región es cálida y generosa, cosa que contrasta con la situación en la que viven. La cabecera municipal Jalcomulco, a la que pertenecen también Santa María Tatetla y Tacotalpan, se encuentra en un grado de marginación alto, con 79.6 por ciento de población en situación de pobreza, de los cuales el 54.6 por ciento se encuentra en pobreza moderada y 25 por ciento en pobreza extrema.
A Sandro le gusta correr y algún tiempo se dedicó a escalar, cuando juntó el dinero para sus ‘gatas’ (zapatos de escalar) tuvo que usarlo para completar el gasto, pues en esos días no tuvo trabajo. En otra ocasión, cuando juntó para el mantenimiento de su bici, lo donó para el sustento de otras personas.
Por su parte, su esposa trabaja como cocinera en el restaurante Nachita II, donde el costo promedio de una comida por persona es de 150 pesos, cifra que su familia no puede pagar, pero sí los visitantes que arriban al pueblo.
El turismo de aventura es el eje de la economía en ‘Jalco’, específicamente el descenso de río en balsa y a partir de éste se desprenden las demás actividades como el kayak, cañonismo, senderismo, rappel, tirolesa, escalada, recorridos en bicicleta, los temazcales y los masajes. Las personas encargadas de brindar estos servicios se dividen en guías de río y terrestres.
Aunque las diferentes empresas imparten cursos de capacitación, es muy importante cómo se ha ido pasando el conocimiento de una generación a otra; los guías con mayor antigüedad tienen más de 40 años. Aquí no sólo cuenta el dominio de la técnica sino la experiencia, en el trato con los diferentes tipos de clientes, las pláticas de seguridad para cada actividad y las que surgen durante los recorridos.
La mayoría de los guías no tienen contrato de exclusividad con las empresas donde trabajan, así que según la cantidad de turistas se van cambiando de una a otra por recomendación de los amigos, algo parecido sucede con el equipo; no todas las compañías cuentan con la infraestructura necesaria para ser independientes, si una no tiene balsas suficientes para los clientes, pide prestadas a otra.
De acuerdo con un estudio realizado por Alejandro Saldaña Rosas, Doctor en Estudios Organizacionales de la Universidad Veracruzana, la confianza se vuelve vital para la cohabitación de los campamentos, hoteles, hostales y las agencias que se dedican a ofrecer tours.
Durante el año las empresas reciben entre 300 y cinco mil visitantes, sobre todo en vacaciones, pero cuando hay ausencia de trabajo en este ámbito, los guías se van al campo para cultivar mango, maíz grano y café cereza, principalmente; gracias al clima cálido también hay limones, mamey, chicozapote, plátano y crucetas, una especie de cactácea parecida al nopal que se prepara con huevo y adobo.
Don Alejandro se desempeña como guía y velador, sin embargo, en los días que no lo llaman, se va a pescar al río, donde hay truchas y acamayas. El resto de la población se dedica a la ganadería, agricultura, a los restaurantes y a la vida nocturna. Existen antros con bebidas internacionales, bares e incluso cantinas en las que algunas señoras ofrecen sus servicios de compañía.
En la plaza y sus alrededores hay tiendas y pequeños locales donde se venden micheladas y cosas por el estilo, desde tempranas horas de la tarde y hasta bien entrada la noche, pues además, no es mal visto que la gente –sobre todo los turistas– camine con cerveza en mano por las calles.
Sin embargo, desde 2010 ha surgido un riesgo latente que amenaza los principales rasgos que definen el atractivo y la identidad de este pueblo, pues la empresa Odebrecht ha trazado un proyecto de presa hidroeléctrica en el río Pescados, con el presunto fin de llevar agua a la ciudad de Xalapa.
En este contexto de exuberancia natural, pobreza y falta de educación, el pueblo del rafting, la ambivalencia de empleos y el ecoturismo, de pronto decidió superar sus diferencias de antaño para defender su ecosistema, su economía y su fuente de vida.
Desde el 20 de enero del presente año, los pobladores de Jalcomulco, Apazapan, Coatepec y otros pueblos de la zona montaron un campamento en el predio Tamarindos, que se encuentra en la carretera Tuzamapan, para hacer frente a la multinacional brasileña, la cual ya tenía maquinaria trabajando.
Al principio la gente llegó sin nada, a montar guardias de más de cincuenta horas, pero poco a poco se han ido organizando. Ahora cuentan con dos horarios, un sistema de radios, encargados de grupos y una bodega para alimentos, pues desayunan, comen y cenan ahí mismo.
Hasta ahora, mantener la resistencia les ha costado 220 mil pesos aproximadamente, los cuales han conseguido ‘boteando’ en la carretera y por medio de donaciones en especie y en efectivo, como aquel dinero de Sandro que originalmente estaba destinado para su bicicleta.
—-
Si quieres saber más sobre Jalcomulco y la defensa de sus tierras y ríos contra la empresa Odebrecht, no te pierdas la segunda entrega de este #Reportaje3_0.