(27 de junio, 2015. Revolución TRESPUNTOCERO).- Después de una lucha continúa de nueve meses, las calles de la ciudad de México volvieron a sonar con una sola voz: ¡vivos se los llevaron y vivos los queremos!
La cita volvió a tener pie en el Ángel de la Independencia; hombres, mujeres, jóvenes y niños tomaron de nuevo las pancartas que demandan justicia, muchos portaban las fotografías de las caras de los normalistas desaparecidos desde el 26 de septiembre en Iguala, Guerrero.
Sus nombres no se olvidan: Abraham, Felipe, Israel, Benjamín… eran 43 y a pesar del cansancio, el estrés y los cientos de periodistas que invaden su vida privada, los padres de los estudiantes caminan sobre paseo de la Reforma. A través del megáfono dicen no olvidar, dicen no perdonar, dicen que fue el Gobierno, que fue el Ejército.
La prensa internacional está presente, no creen en “la verdad histórica” de Murillo Karam, siguen cuestionando sobre las investigaciones que proponen las autoridades. Un padre con ojos llenos de lágrimas y una voz entre cortada explica ante un micrófono que no han resuelto nada, que se hacen mensos y quieren cerrar el caso.
Las grandes gotas de lluvia comenzaban a caer y el cielo se nublaba cada vez más, pero eso no impidió que el pequeño Sebastián cargara entre sus manitas un cartón húmedo que decía: “Nos faltan 43”. Corría entre los manifestantes, venía con el contingente del Frente Popular Francisco Villa Independiente.
En ese momento el vocero de los padres, Felipe de la Cruz, dirigía unas palabras a todos los presentes: “La lucha va a continuar, nueves meses han pasado desde que los muchachos fueron desaparecidos por el Gobierno corrupto… No nos vamos a callar, aquí estamos, está comprobado que fue el Ejército”.
Entre los padres se encontraba la señora Elia Tamayo, madre del menor José Luis Tehuatlie Tamayo, quien fue asesinado en el estado de Puebla por policías que dispararon balas de goma cuando trataban de disuadir una marcha en el poblado de San Bernardino Chalchihuapan el 9 de julio del año pasado.
La señora Tamayo también se unió al dolor de los padres de Ayotzinapa, también cargó la foto de su pequeño. Mientras caminaba su mirada siempre era hacia el piso, se le notaba desconcertada, sus lágrimas rodearon un momento sus mejillas y con la manga de su suéter color rosa se las limpió.
Hacía frío, empezó a llover más fuerte y todos se reunieron en el Palacio de Bellas Artes donde las consignas continuaron. “Ni la lluvia, ni los truenos nos van a detener”, argumentaban unos mientras otros se refugiaban en los costados del Palacio.
Nueve meses han pasado desde que los estudiantes de la escuela Normal de Ayotzinapa fueron desaparecidos de manera forzada. Nueve meses han pasado desde que los padres de los normalistas emprendieron su propia búsqueda.
“Aquí seguimos y seguiremos, la lucha continúa”, me reitera una mujer.