Por : Carolina Romero
(13 de marzo, 2015).- Si bien es cierto que La Merced tiene fama de ser un lugar inseguro y hostil, la realidad es un tanto distinta. Sí, es verdad, al transitar por este barrio no se siente la misma tranquilidad y sosiego como pueden vivirse en otras calles del centro. Todo es ruido, movimiento. Sin embargo, dejarnos llevar por las primeras impresiones podría hacernos perder la oportunidad de conocer los muchos tesoros de antiquísima historia, que las calles de este barrio guarda con suma discreción. El mercado de La Merced, si bien este es parte fundamental e imprescindible del lugar, no abarca su totalidad esencial.
“Si no lo encuentra en La Merced, no existe” reza un dicho popular y es que en “La meche”, como le dicen algunos, la diversidad de cosas que se comercian es realmente desbordante. Desde flores, dulces, medicina alternativa, ropa, telas, café árabe, productos de belleza, bicicletas y un sinfín de cosas más, en La Merced se encuentra de todo. No es de sorprender, desde sus inicios fue un lugar predominantemente comercial. Desde la época prehispánica la Acequia Real, un canal de agua a través del cual se transportaban diversos productos para abastecer a la Ciudad, circundaba esta zona la cual se entroncaba con el Canal de la Viga en la ahora calle de Roldán, pasando por la calle de Corregidora y desembocando a un lado del actual Palacio Nacional. Donde ahora se encuentra la Suprema Corte de Justicia de la Nación se encontraba El Volador el mercado, entonces principal, de la ciudad de México.
En este mapa Gómez de Trasmonte se aprecia la Acequia Real que circulaba dentro de la ciudad
Por otro lado a mediados del siglo XVII, por la orden de los mercedarios, edificaron el convento a “Nuestra Señora de la Merced”. Con las leyes de reforma el convento se derrumbó para albergar el nuevo mercado principal de la ciudad; el de La Merced. De ahí proviene el nombre del barrio. Éste mercado ya no existe, fue demolido con la creación del mercado actual en 1957, a un costado de circunvalación. En la década de los 80, con la creación de la Central de Abastos y el memorable terremoto, la zona se vio severamente afectada. Mucha gente abandonó el lugar y éste comenzó a descuidarse.
Parte del antiguo claustro de Nuestra Señora de la Merced, actualmente cerrado por remodelación
La Merced ha sido huésped para personas de otras latitudes; libaneses, judíos, griegos, armenios, africanos y españoles. Todos llegando por diversas razones pero, aprovechando el carácter comercial de este lugar, han levantado grandes negocios y aún se ven algunas personas de éstas comunidades en algunas tiendas.
Entre las muchas cosas que ver y descubrir en la calle de Manzanares 25 se encuentra, lo que muchos dicen, es la casa con el registro de casa habitación más antiguo de la ciudad de México.
Manzanares 25
Caminando sobre esta misma calle, rumbo a circunvalación, se encuentra la Capilla del Señor de la Humildad, una capilla de apenas 6 bancas, sin embargo, hermosa por dentro.
Capilla del Señor de la humildad
También vale la pena visitar la Plaza de la Aguilita dónde, según dicen, fue el lugar dónde se encontró la tan citada águila devorando a la serpiente. En Casa Talavera (la cual está sobre una construcción prehispánica que pertenecía un sitio de temazcales), ahora es un centro cultural donde se imparten talleres.
Plaza del Aguilita
Puede que el barrio de la Merced no pertenezca a los lugares típicos para visitar en nuestras visitas al Centro Histórico, pero nadie puede ignorar el valor cultural, histórico y social que en estas calles persiste día a día.