De acuerdo con la Sedena, las pugnas internas de grupos criminales por el control territorial para el trasiego y venta de drogas, se han hecho cada vez más de armamento de alto poder y con mayor letalidad.
Sin embargo, en 2020 se incrementó en 9% y 29%, respectivamente, los aseguramientos de rifles Barrett calibre .50 y lanzagranadas en puestos militares de seguridad bidireccionales instalados en varios estados.