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Ayotzinapa, una gran ventana al infierno del país

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Con la afirmación “no existe ninguna evidencia que apoye la hipótesis generada con base a testimonios, de que 43 cuerpos fueron incinerados en el basurero municipal de Cocula”, se ratifica por segunda vez que la versión oficial de la Procuraduría General de la República no solamente es errónea, sino también fue construida en la insensibilidad, la apatía y apostando al olvido.

Así quedo demostrado con el “Informe Ayotzinapa. Investigación y primeras conclusiones de las desapariciones y homicidios de los normalistas” el cual se apoyó en datos de las dependencias gubernamentales, que paradójicamente fueron los mismos que la ‘verdad histórica’ rechazó y desechó, pero que hoy demuestran que la tragedia como se describió, no pasó.

Hace poco más de un año Ayotzinapa era una palabra desconocida, a nivel nacional e internacional, actualmente es la fosa de la barbarie, una de la principales representaciones de un crimen masivo de Estado, perpetrado en un nuevo siglo, con el mismo partido en el poder que provocó las masacres del 68 y el 71; con el PRI en los Pinos las matanzas y desapariciones forzadas parecen ser las formas en que se resuelven los problemas sociales; se constata la tendencia cíclica que se constituyó  desde antes de Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez.

Ante la más reciente tragedia mexicana, los especialistas del GIEI han declarado que el camino hacia el esclarecimiento del caso, es en un primer momento hacer posible todas las recomendaciones, difícil y complicada situación, ya que México se ha caracterizado por acumular y postergar este tipo de encomiendas por parte de organismos nacionales e internacionales, poniendo poca o nula atención, demostrando así que no las considera relevantes.

Es como hoy Ayotzinapa es el resultado de esas postergaciones; constatando que allá no existe la vida, lo que hay en aquellas zonas de Guerrero, es un enclave de miseria y muerte donde miles viven hacinados. Entrar en esas comunidades significa ser golpeado por la destrucción de la noche y madrugada del 26 y 27 de septiembre, provocada por ataques consecutivos brutales y sádicos, en un lugar de por sí agónico que parece quedó soterrado en la pobreza, el narcotráfico, la militarización como forma de control y el bloqueo de derechos humanos.

Sin un Estado soberano, ni nación democrática, ni infraestructuras humanistas que insten a la posibilidad de desarrollo social, México sufre una situación trágica, en un contexto de violencia, privación y opresión de difícil parangón en otras regiones del planeta. Hoy este convulso país ha sido llevado por el ejecutivo a un punto muerto, en donde el mandatario actual permanece paralizado, sin iniciativa alguna parece preverse también su vertiginosa caída, derivado de una administración que ha demostrado ser un error de dimensiones  históricas.

Ayotzinapa sólo es una gran ventana al infierno del país, la actual situación que sobrevive México, es un escenario de los más terribles donde acontecen a diario los crímenes más atroces, uno que ni siquiera Esquilo hubiera podido concebir, sin embargo miles de personas se han movilizado en todo el mundo, solidarizándose con los normalistas desaparecidos y sus familias, con el país entero, ellos también exigen el esclarecimiento de aquella operación criminal.

Así, ante la actitud cómplice y cobarde del gobierno actual, son millones las voces que en su tono más alto gritan y le hacen saber que aunque éste tenga el poder, el pueblo tiene la voluntad y las calles, la decisión de construir una patria nueva y esto pronto forzará a un cambio real.

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