Por: Valentina Pérez Botero
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El partido comunista de China está preocupado. La ciudad donde se firmó el inicio de su carrera política, Shanghái, tiene el 22 por ciento de su agua potable contaminada por cadáveres de cerdos.
La problemática es la sintomatología de un problema mayor: la crianza de puercos en el país oriental está liderada por familias -45 por ciento de la producción-, que no miden la administración de recursos, ni cuántos animales pueden criar. Las autoridades calculan que sólo siete de cada diez cerdos sobreviven.
La falta de planificación deriva en la muerte de una alta cantidad de animales que, en lugar de acabar incinerados, terminan por flotar en los cuerpos de agua que alimentan la ciudad de Shangái.
China se ha enfrentado en los últimos años a graves consecuencias económicas y sociales derivadas de problemas medioambientales. En febrero el ministro de salud chino aceptó la existencia de “Los pueblos del cáncer” y días más tarde se reveló que el 97 por ciento de su agua subterránea está contaminada.
El país oriental reveló la semana pasada, que la contaminación le ha hecho perder, en cifras conservadoras, 2.5 de su PIB, ya que las pérdidas no calculan la inversión que el gobierno deberá hacer para enfrentar las externalidades negativas en materia de salud.