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Campesinos urbanos: cultivar en la tercera ciudad más grande de América

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Por: Valentina Pérez Botero y Estela Garrido

La nube -nata- gris que caracteriza la capital más grande del mundo, la ciudad de México, se extiende por todo el valle del Distrito Federal. El cielo limpio y claro sólo se observa en los cerros y en los suburbios de la entidad que no han sido devoradas por la mancha urbana. La mayoría de ellos situados en el sur de la ciudad en delegaciones como: Magdalena Contreras, Xochimilco, Milpa Alta, las cuales poseen características similares.

Estos pulmones verdes, alejados de las marchas y manifestaciones, de las horas picos y las construcciones de puentes y avenidas, buscan preservar su condición rural dentro de una urbe que avanza a paso voraz. La ciudad de México posee una superficie total de mil 485 metros cuadrados y 8 millones 851 mil habitantes, de los cuales el 41% reside en territorio urbano. La población rural en la ciudad aún representa una parte importante y fundamental de la misma.

En el Distrito Federal, compuesto por 16 delegaciones, se encuentran inmersos  en la cotidianeidad urbana 145 Pueblos Originarios y sus barrios, caracterizados por su condición rural. Cuentan con una población de 1 millón 509 mil 355 habitantes, lo que representa el 17% de la población total de la metrópoli  y habitan cerca del 10.13% de la superficie del DF en un estilo de vida campesino, según la información de la Secretaria de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA).

En los Pueblos Originarios del Distrito Federal se encuentran 92 núcleos agrarios reconocidos en el Registro Agrario Nacional distribuidos en las demarcaciones políticas de Cuajimalpa de Morelos, Azcapotzalco, Coyoacán, Gustavo A. Madero, Iztacalco, Iztapalapa, Álvaro Obregón, Tláhuac, Tlalpan, Magdalena Contreras, Milpa Alta, Benito Juárez, Venustiano Carranza y Xochimilco. El número aproximado de ejidatarios y comuneros es de 25 mil 899, con derechos reconocidos en el Registro Agrario Nacional, de acuerdo con la información de la Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidades (SEDEREC).

Estos habitantes de la ciudad de México siguen desarrollando actividades rurales en la demarcación urbana. Una de las principales preocupaciones de esta población es conservar las tierras con uso de suelo rural. Tanto comunales como ejidatarios han atesorado las tradiciones, fiestas patronales y signos distintivos de los pueblos a los que pertenecen. Protegen la actividad que les da sustento: la agricultura.

La cotidianeidad del campesino urbano

La zonas agrícolas de la capital del país se localizan en la parte sur y sureste del Distrito Federal, en terrenos apropiados para llevar a cabo estas actividades. La mayor parte de estos predios se sustentan de la agricultura de temporal, pero existen también terrenos beneficiados con el riego. Los principales alimentos que se producen en la ciudad de México son: maíz, frijol, chile, avena, haba y nopal. Mientras que las hortalizas y floricultura son importantes en la zona de Xochimilco.

El nivel de actividad agrícola en la ciudad ha tenido un decrecimiento en los últimos años. En su mayoría, los pobladores dedicados a la actividad agraria en la actualidad lo hacen por herencia. Debido a la poca remuneración contra la inversión realizada, la población de los Pueblos Originarios del Distrito Federal han diversificado la actividad primaria para su mantenimiento. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), los ingresos de los campesinos urbanos hace 5 años eran de $27, 296; en este año son de $26, 834. El decremento en los ingresos ha sido un factor constante en la actividad agrícola.

Retos y Amenazas

Los campesinos urbanos enfrentan actualmente una serie de factores que amenazan el status quo de los Pueblos Originarios del Distrito Federal. Uno de los principales escenarios es la expansión de la mancha urbana. El incremento de población ‘paracaidista’ en los bosques y zonas de reserva ecológica ha provocado la falta de servicios y abandono a las áreas protegidas.

Otro de los factores que han influenciado de manera palpable es el cambio de uso de suelo. Al ser vendidos los terrenos para vivienda -en la mayoría de las ocasiones, estas propiedades no son para los inmigrantes a la capital, sino para los mismos capitalinos obligados a cambiar su domicilio por el aumento en el costo de vida en las demarcaciones centrales de la ciudad- el cambio de uso de suelo a residencia ha provocado la disminución de la actividad rural y campesina. Lo que ha orillado al agricultor a vender su terreno por una cantidad atractiva, en comparación con su ingreso, para la construcción de condominios.

La falta de actividad agrícola y ganadera en los terrenos pertenecientes a los Pueblos Originarios con uso de suelo rural, más del 30% de las tierras, ha dado como resultado la exclusión de los terrenos abandonados de los dominios de los núcleos agrarios. Por lo que han perdido derechos como habitantes rurales de la urbe, y dan paso a las expropiaciones para la regularización de la tenencia de la tierra y la implantación de servicios.

Programas y apoyos

Actualmente, la producción rural ha quedado limitada a una superficie no mayor a las 34 mil hectáreas, concentradas en superficies bien delimitadas en al menos siete delegaciones del poniente, sur y oriente de la ciudad de México.

Según del Programa de Agricultura Sustentable a Pequeña Escala en la Ciudad de México existen 126 proyectos de la Red de Desarrollo Rural Sustentable de la SAGARPA en el Distrito Federal, encargada de apoyar a la agricultura. El apoyo comenzó en 1996 con el proyecto de producción de ganado ovino, presentado por Jesús Martín Salado en Milpa Alta.

Por su parte, la SEDEREC presentó en 2007 el Proyecto de Apoyo a Pueblos Originarios (PAPO), el cual incluía en sus principales temas el desarrollo eco turístico y la inversión agrícola urbana.

Del 2007 al 2009 PAPO ha ayudado a un total de 80 proyectos, tres mil 179 beneficiados con una inversión de 9.9 millones de pesos.

 

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