Oswaldo Varillas Muñoz / @rebeliono
*Artículo de opinión
(25 de septiembre, 2013).- Resguardado por un estratégico cerco de seguridad, el titular de la Secretaría de Educación Pública, Emilio Chuayffet Chemor, compareció en el Palacio Legislativo.
El funcionario reivindicó la interdependencia del concepto de educación con los demás derechos humanos, mencionando una tercera vía que permitiría superar el dilema de la inercia o de la reinvención absoluta, activando así la reasunción de la rectoría del Estado en materia educativa e impulsando con ello la “armónica” articulación de una demanda social inherente a toda persona.
A pesar del interés del funcionario por aclarar que la calidad educativa, como interés primordial de la Reforma Educativa, no es una abstracción sino un mandato de optimización, no logra evidenciar el modo en que dicho mandato no se gestione únicamente por el incesante incremento de “capital humano” haciendo recaer la cultura educativa en el trasfondo de una ganancia abstracta.
Si bien el titular de la Secretaría de Educación Pública hizo una escala en el reconocimiento que Gramsci da sobre la Cultura, no logra acertar en la comprensión real que el gran pensador italiano exigió para asumir que toda conquista superior de la conciencia implica una democracia real, es decir, una real voluntad colectiva nacional. En cambio, lo que se percibe es aquel reflejo “inconsciente” y sentimentalmente acrítico que Gramsci denotó como la angustia: la evidente falta de igualdad entre sujetos morales.
Nada más desigual que el discurso de un funcionario público al interior de un fuerte cerco policial haciendo de los principales actores y sujetos de la Reforma una minoría que, en términos del propio Chuayffet, van contra la rousseauniana voluntad general. Nada más angustiante que las tanquetas antimotines y barricadas metálicas cercando a “la mayoría” que hace las leyes, mayoría que “realiza” la expresión de la voluntad general.
Finalmente, los reclamos de la Coordinadora Nacional de Educación Pública (CNTE) se hicieron presentes a través de las demandas del diputado oaxaqueño por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) Roberto López Rosado, el cual expuso que los más de 70 mil profesores que componen la Sección XXII de la CNTE no temen la evaluación, más bien proponen una evaluación integral que tome en cuenta exigencias culturales precisas, aunque para el titular de la Secretaría de Educación Pública el único interlocutor válido es la dirigencia nacional del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), los demás sólo componen una gran minoría.