Por: Valentina Pérez
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La idea surgió de la carestía de la gasolina. En 1973 Estados Unidos y Canadá sufrieron lo que se conoció como la crisis del petróleo que disparó el combustible fósil del que dependía toda la industria y circulación en ambos países ¿Qué hacer para mitigar los efectos económicos? ¿Cómo, cada familia, podía estirar su ingreso para poder solventar los gastos de los carros? Surgió como medida el auto compartido o como se le conoce en inglés Carpooling.
El auto compartido explora el sentido más amplio de compartir pues se refiere al auto, al trayecto y a los gastos de manutención –gasolina, parqueadero, entre otros- con un fin económico. En el 2000 la iniciativas del carpooling sufrieron un renacimiento pintado de otros intereses: .
La iniciativa verde de dejar el auto en casa y compartir con un vecino el trayecto al trabajo permite: reducir la cantidad de tráfico en la ciudades, disminuye la contaminación y, como en la situación que dio origen a su creación también tiene un impacto positivo para quienes lo practican.
Las grandes ciudades latinoamericanas se debaten en cómo eficientar sus vías de comunicación ante un aumento en la cantidad de automóviles. En la ciudad de México la iniciativa Hoy no circula se encaminó a reducir la movilidad de los autos viejos, más contaminantes, con el doble propósito de disminuir la polución y el tráfico. En Bogotá, Colombia se implementó el programa Pico y Placa que busca regular los días y las horas en que un carro puede circular para atacar la movilidad.
El problema del aumento de coches es que sin importar el tamaño ni capacidad normalmente sólo lo ocupa el conductor, lo que significa que cuatro puestos en promedio –cuatro carros que salen a las calles- están desperdiciados.
En la ciudad de México y en Chile la idea de dos jóvenes empresarios ha dado vida a un proyecto de carros compartidos en universidades y organizaciones “Aventones” que a través de un software específico empata rutas de conductores con rutas de pasajeros para crear comunidades de recorrido que ayuden al ambiente, favorezcan las relaciones de trabajo y reduzcan el gasto de quienes tienen un carro. “Aventones” en sus casi tres años de vida ha evitado la producción de 116 toneladas de CO2.
En México también existe una red pública de carros compartidos “Dame un aventón” que se basa en los mismos principios, lo único es lo referente a la seguridad entre las partes pues no existe ninguna referencia común entre quien comparte su auto y quien se sube.
La nueva ola de los autos compartido podría ser una alternativa para desahogar el aumento de tráfico y la pésima calidad del aire de muchos metrópolis a nivel mundial ¿Se convertirá en una alternativa factible en Latinoamérica?