¿La desconfianza ha fragmentado nuestra sociedad propiciando el temor y una posición reactiva como la del #1D?
El tema de la confianza ha estado, al menos en los últimos cuarenta años, implícito en las reflexiones sobre cómo desarrollar virtudes cívicas que propicien mayor participación. En ellas, la confianza juega un papel importante en la conformación de nuestras sociedades contemporáneas en aras de constituirse como sociedades más participativas, solidarias y cooperativas.
Como muestran científicos sociales como Robert Putnam, la organización social democrática tiene en la confianza –acompañada de normas de reciprocidad y redes de compromiso cívico—un mecanismo indispensable para facilitar la acción coordinada de sus integrantes.
La confianza está entrelazada con otro tipo de variables relevantes para la comprensión del funcionamiento democrático de las comunidades políticas modernas. Por ejemplo, la relación entre la confianza y el compromiso cívico y el vínculo entre la confianza y la justicia, constituyen expresiones políticas características de la experiencia de la confianza y, junto con ella, partes indispensables del capital social de una democracia políticamente posible—. Entre los simpatizantes de la teoría del capital social existe la creencia de que la formación cívica de los integrantes de una comunidad se facilita en la medida en que las relaciones de justicia son transparentes, conscientes y extendidas. Asimismo se tiene la creencia de que esto genera mayor estabilidad política y crecimiento económico.
Desde la perspectiva de Niklas Luhmann, la confianza es un mecanismo que posibilita dar seguridad presente a planificaciones y orientaciones dirigidas al futuro. En este sentido la confianza amplía posibilidades de acción en el presente hacia un futuro que se hace confiable. De esta forma, la confianza es una apuesta que se hace en el presente, con miras hacia el futuro pero que encuentra sus cimientos en experiencias pasadas.
Por su parte, Carlos Pereda, sostiene en su libro Sobre la confianza que confiar implica, entre otras cosas, “apoyarse en sí mismo: sentirse capaz de iniciar varios cursos elementales de acción como levantarse de la cama o cepillarse los dientes.” Así, en muchas de nuestras acciones se presupone nuestra confianza que nos lleva a actuar en el mundo.
Asimismo Carlos Pereda comprende otras formas de confianza. Ésta no solo es reflexiva sino además legalmente controlada, es decir, se apoya en las leyes de un Estado o relaciones legales. De esta manera, Pereda piensa que la confianza institucional se construye de diferente manera que la confianza interpersonal. Para la institución es muy delicado perder la confianza de los individuos. De hecho, sostiene que, “[c]uando una población deja de confiar en las instituciones democrática siempre hay un ‘dictatorzuelo’ esperando en la puerta de las ciudades azotadas por la desconfianza”. Si la mayoría de los ciudadanos tienen el temor de perder sus ampleos, es comprensible que den su voto de confianza a un presidente del empleo.
Frente a este tipo de situaciones, Pereda no cree que haya estrategias secretas que hagan posible restaurar la confianza, en eso radica su dificultad. La solución es recomenzar de nuevo, resistir las más amargas deconfianzas y comprender que confiar implica discernir y argumentar.
Para que se lleve a cabo lo anterior, es necesario que se den las condiciones necesarias en el ámbito público para poder dialogar sobre los asuntos concernientes a lo que aqueja a la ciudadanía. Por consiguiente, de ninguna manera se visualiza que la represión, la violencia y la intolerancia experimentada el #1D puedan encaminar a la población a tener confianza en una forma de gobierno injusta ni en sus instituciones.
¿En qué sentido se cree que es posible restaurar la confianza en el ámbito público? Una posibilidad sería mediante el ejercicio de ciertas virtudes cívicas y partiendo de una concepción de poder no como el poder de una persona sobre las demás, sino un poder como poder hacer que es el que nos hereda la postura arendtiana. Este poder es un poder como potencia, capacidad, de una comunidad de personas.. Desde esta concepción, es posible optimizar las oportunidades y posibilidades, es decir, el poder de los individuos, con el fin de adquirir realidad mediante el creciente poder de la comunidad.
Para combatir medidas autoritarias (y hasta totalitarias) es necesario identificar que las condiciones sociales que favorece la fragmentación en nuestras sociedades es la intimidación de los ciudadanos y por ende, la desconfianza.
Lo que se propicia mediante la intimidación es un ambiente de sospecha mutua que se permea en nuestras relaciones sociales. De esta forma, se propicia el aislamiento, y la aniquilación de la persona moral como del que sucede en aquellas personas que, por el hecho de acatar órdenes pueden enviar a la cárcel inocentes como los que ahora se encuentran en el Reclusorio Norte y Santa Martha Acatitla.
De tal manera que se consideran necesarios otros componentes en la esfera pública para evitar escenarios como los #1D.
La preocupación por una sociedad democrática nos plantea la necesidad de procurar lo público en ella, es decir, aquello que puede ser visto y escuchado pero también aquello común a todos. Asimismo dicha preocupación conlleva a tener una confianza en que el ser humano puede alcanzar a construir una sociedad más justa mediante la comprensión individual de los acontecimientos, la acción concertada y la experiencia de la palabra, mediante el desarrollo de prácticas políticas que le brinden confianza al individuo de salir y aparecer en el mundo.
¿Cómo sería moverse en un espacio confiable? Un espacio conformado por experiencias justas y por pluralidad de visiones, entendiendo que la pluralidad no es mera alteridad ni tampoco un simple pluralismo político. La pluralidad implica distinción en el ámbito público en donde los hombres y mujeres pueden ser vistos y escuchados porque éste es un espacio de aparición en el que su función es que todos revelen mediante la palabra y la acción quiénes son. Por lo tanto, este espacio tiene que ser un espacio donde se genere la confianza entre sus miembros, entre otras cosas, para opinar sobre la realidad que les concierne.