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Cuadros de una exposición musical

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Hartmann, Mussorgsky, Kandinsky, Ravel, Tomita y Emerson Lake and Palmer

Por Pablo Hernández / @monobailasolo

(16 de mayo, 2014).- Modest Petrovich Mussorgsky (1839-1881), ni en sus alucinaciones más grandes, fruto de sus excesos con el alcohol, llegaría a imaginar que Cuadros de una exposición, o alguna obra suya, cualquiera, llegaría a tener la trascendencia, la diversidad, que obtuvo ésta suite, escrita originalmente sólo para piano.

El compositor ruso, después de pertenecer a una familia acomodada, pasó a ser un humilde músico, pues a raíz de la abolición de la esclavitud en 1861, se perdieron los considerables ingresos familiares. Fue entonces cuando se dio a la búsqueda de una fuente monetaria que le permitiera seguir escribiendo. Después de laborar con su hermano, mantuvo trabajos administrativos y fue acogido por la comunidad artística del momento, principalmente por su amigo y compañero musical, Rimski-Korsakov.

Durante su juventud formó parte del grupo de Los Cinco, con Balakirev, Borodin, Cui y el mismo Rimski-Korsakov, cuyo objetivo fue defender la escuela nacionalista rusa, alejándose de las tendencias occidentales y manteniendo una perspectiva lírica en la composición.

Mussorgsky fue el mayor defensor de los principios del grupo, siempre se destacó por una técnica compositiva atípica, sólo usó de la teoría musical, lo que consideraba necesario para expresarse. Claro está que su forma de escritura no era muy bien recibida por el público y los directores de los teatros.

Gracias a que tenía una mayor preparación y a que nunca fue del todo renuente de las tendencias europeas musicales, Rimski-Korsakov, se dio a la tarea de arreglar y complementar muchas de las obras de sus compañeros nacionalistas, en especial las de su amigo Mussorgsky. Gracias a este trabajo de edición, el compositor ruso tuvo su primer gran éxito, la ópera Boris Godunov, que se convertiría en la única obra presentada en público, en vida del autor.

Poco después del estreno de la ópera en 1874, Mussorgsky volcó su inspiración en Cuadros de una exposición, inicialmente titulada Suite Hatmann, vinculada a la música programática de la época.

A raíz de una exposición póstuma que realizó el crítico de arte Vladimir Stasoff, con dibujos y acuarelas del pintor y arquitecto Víctor Hartmann, Mussorgsky -quien era amigo de Hartmann y veía en él a un gran arquitecto por venir- decidió hacer una suite para piano inspirado en los cuadros de dicho evento; encontró en esta nueva tarea la forma de apaciguar el dolor que sentía al perder a su amigo de 39 años de edad, de un ataque cardiaco.

La idea original de Cuadros de una exposición era realizar una guía musical para el recorrido de la galería, donde utilizó un tema, Promenade, como vínculo entre los distintos cuadros musicales.

Como era costumbre, la partitura no fue asimilada con facilidad, y por lo tanto, no fue presentada en vida del compositor ruso, cuyos excesos fueron en aumento. La inestabilidad mental, aunada al alcoholismo, provocó que su capacidad para trabajar y concluir proyectos se viera mermada; el compositor nunca abandonó su estilo de vida, que en 1881 lo llevó a la muerte, después de una serie de ataques epilépticos.

Durante su estancia en el hospital, el pintor Il’ya Repin realizó el retrato más conocido del autor, donde se ve claramente el estado deplorable en el que se encontraba en sus últimos días.

Después de algunos cambios que Rimski-Korsakov realizó a Cuadros de una exposición, la suite finalmente fue estrenada. Ésta no sería la única adaptación que se realizaría. Existen versiones de Mikhail Tushmalov, Lucien Cailliet, Henry Wood, Leopoldo Stokowski y Vladimir Ashkenazy, entre otros. Con experimentación en casi todos los instrumentos, como los sintetizadores de Isao Tomita y los viajes alucinantes de Emerson Lake and Palmer.

Pero fue Maurice Ravel quien en 1922 realizaría la versión orquestal de mayor trascendencia. El compositor francés se distinguía por ser un gran orquestador, de brillante exactitud.

Ravel, que siempre gustó de sonoridades diferentes, le pareció atractivo retomar a uno de los compositores rusos menos occidentales. Gracias a información que consiguió su amigo el crítico Michel D. Calvocoressi, tuvo la oportunidad de conocer a detalle la partitura para piano de Cuadros de una exposición; a petición del director Serge Koussevitzky, comenzó la orquestación de la pieza, olvidando todas las adaptaciones existentes, trató de ser lo más fiel a la idea original.

Años después, en 1928, y en viceversa, fue un pintor ruso el que se inspiró en la partitura de Mussorgsky para crear sus propias versiones, hablo de Wassily Kandinsky. Durante su estancia en la Escuela de la Bauhaus, creó un performance donde animaban cada una de sus pinturas a ritmo de la suite.

Después de algunas presentaciones, los trabajos quedaron resguardados en los acervos del Centro Pompidou, hasta que recientemente el pianista ruso Mikhail Rudy retomó las ideas de Kandinsky, y las convirtió en proyecciones multimedia. En este formato las presentó en México el 27 de noviembre de 2013, en el Teatro de las Artes del Cenart. Donde además interpretó la versión original para piano.

Si Mussorgsky hubiera visitado algún charlatán que le adivinara el futuro por unas cuantas monedas, posiblemente habría dejado las botellas ante un porvenir tan revelador.

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