Valentina Pérez / @vpbotero3_0
La fachada es una red de peceras: agua de un verde intenso que es bombeada una y otra vez para que los microorganismos que contiene sobrevivan. La vida de las algas, lo que tiñe de color el agua, le da una función ecológica al edificio porque absorben CO2 y generan aceite para la creación de biocombustible.
La idea, generada por la empresa CSC, sólo puede ser sustentable en edificios con una fachada mayor a 200 m2 por el costo de los insumos y el mantenimiento. La estructura acuática debe tener un bombeo para que las microalgas puedan ser alimentadas, inyectadas con CO2 y expuestas al sol, sólo el tiempo necesario.
El edificio también estará equipado con una planta de biomasa donde las microalgas serán captadas, se les extraerá su aceite -valioso para las empresas cosmética y farmaceútica- cotizado en más de 60 euros el kilogramo.
El proyecto fue presentado en la Exposición Internacional de la Construcción (IBA, por sus siglas en alemán) celebrada en Hamburgo, Alemanania donde se presentan innovaciones de ingeniería y arquitectura en las que se mezclan fines ecológicos.