Por: Valentina Pérez
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El rápido crecimiento económico ha tenido un efecto colateral en China: la alta contaminación ambiental y sus repercusiones en la salud pública. El ministro de Medio Ambiente del país asiático ha aceptado la existencia de “los pueblos del cáncer” por la alta prevalencia de esta enfermedad.
La noticia sobre el padecimiento de ciudadanos chinos por la irresponsabilidad de vertidos químicos se conjugó con otra cifra: sólo el 3 por ciento de las aguas subterráneas de este país están limpias, el otro 97% están contaminadas en diferentes rangos.
La causa de ambos males rastrean sus orígenes a los continuas fugas y el desecho irresponsable de metales pesados que los métodos tradicionales de tratamiento de agua no logran eliminar. Algunas autoridades locales chinas, con el fin de poder medir y controlar los desperdicios industriales, han ofrecido recompensas a los ciudadanos que denuncien este tipo de irresponsabilidades empresariales.
China ha sido escenario en los últimos meses de fuertes protestas contra las externalidades negativas de la contaminación, Pekín, por ejemplo, tuvo a inicios de año niveles de polución atmosférica 40 veces superiores a los niveles permitidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS).