Por: Valentina Pérez Botero
Twitter: @vpbotero3_0
El director de una de las corporaciones más grandes del mundo, Nestlé, insiste en que “El agua no es un derecho; debería tener un valor de mercado y ser privatizada”. Diversas organizaciones a nivel mundial pugnaron para que el agua –el líquido por el que es posible la vida- se considerara un derecho humano junto con el saneamiento y lo lograron sólo en la primera década del 2000.
Aunque el cabildeo político duró años, precisamente por el valor comercial que las empresas insisten en darle al agua, a nivel internacional y en algunos países, como es el caso de México, ya figura en la constitución. Esto le exige al Estado proveer suficiente agua –se calculan 50 litros por persona- y de una calidad aceptable.
El máximo jefe de Nestlé, Peter Brabeck-Letmathe, sostiene que los altos precios del agua contribuirían a su uso racional. Lo que Brabeck no contempla, u omite, es que el mayor gasto del líquido no se hace al nivel de las familias sino precisamente de las empresas –como las que el representa- y en la agricultura. En México el 83 por ciento del agua se destina a esos dos rubros.
Nestlé será parte, junto a Pepsico, del programa gubernamental encabezado por el Ejecutivo mexicano para combatir el hambre. “La cruzada contra el hambre” ha sido catalogada por especialistas como un programa asistencialista dirigido a la compra de votos. Para otros actores del sector como Víctor Suárez, director ejecutivo de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (ANEC) , el programa es un “hambretón”, palabra que conjuga la caridad privada como el programa Teletón de Televisa y el asistencialismo público.
De acuerdo con información de Abadia Digital, Nestlé adquiere el 8 por ciento de sus ganancias de la venta de agua embotellada.