Cada vez es más clara y contundente la evidencia que demuestra que el placer sexual femenino radica en la estimulación del clítoris, no siendo necesaria ni la penetración ni el pene para lograr un orgasmo.
Solo la minoría de las mujeres son las que logran orgasmos por medio de la penetración. Sin embargo, a pesar de que llevamos ya varias décadas hablando del clítoris, la mayoría de los hombres siguen pensando que la penetración y el pene son lo más importante para el placer femenino.
Aún hay demasiados hombres que consideran el tamaño de su pene un factor crítico para el placer femenino. Muchos continúan midiéndolo pensando que, entre más grande, pueden dar “más placer”.
Igualmente, parecen pensar que el pene y/o la penetración “dan orgasmos”. Los orgasmos no se dan.
NADIE PUEDE DARLE UN ORGASMO A OTRO, SINO QUE CADA UNO DEBE APRENDER A LOGRAR SUS PROPIOS ORGASMOS.
Sí, una pareja puede ayudar estimulando, pero cada quien sabe qué tipo de estimulación necesita, dónde y cómo, para alcanzar un orgasmo. Una pareja puede dar placer pero los orgasmos los tiene cada quien.
Estas ideas sobre la penetración y el placer femenino tienen como consecuencia dos serios problemas: Una para las mujeres y otro para los hombres.
- El problema principal para las mujeres es uno bastante obvio: si los hombres piensan que el placer de la mujer depende de la penetración y esto resulta falso, entonces las mujeres no están obteniendo ni siquiera la estimulación que realmente prefieren o necesitan para lograr orgasmos.
Son muchísimas las mujeres que piensan que tienen problemas del orgasmo por no lograrlos en la penetración cuando esta es la norma. Muchas de ellas logran orgasmos mediante la masturbación sin necesariamente requerir penetrarse. Sin embargo, estos mitos así como parejas que insisten que deben tenerlos en penetración, les hacen creer que tienen algún problema provocando desde sufrimiento emocional o físico, hasta problemas de pareja.
El hecho de que las mujeres piensen que deberían tener orgasmos en la penetración hace que los busquen de forma equivocada.
Y es que si una mujer lleva años pensando que debería tener orgasmos por medio de la penetración en lugar de la estimulación del clítoris, es posible que lleve mucho tiempo sin encontrar un verdadero placer en las relaciones sexuales y por lo tanto disminuya su interés, deseo o placer sexual en general. ¿para qué querría una mujer pensar en anticonceptivos, estimular a la pareja, y todo lo demás si ella no obtiene placer? A largo plazo la insistencia en la penetración puede tornarse en una pesadilla, muy lejos del orgasmo.
- Para los hombres el problema tiene que ver con autoestima e inseguridad. Son muchos y de todas las edades, los que llegan a tener problemas de disfunción eréctil, eyaculación precoz y otros problemas sexuales por estar obsesionados con su pene y la penetración.
Y es que entre más convencidos están de que es el pene el que puede dar orgasmos a una mujer, las expectativas que depositan en el pene resultan imposibles de cumplir. Esto puede traerles malas experiencias con sus parejas al no lograr orgasmos o tener que fingirlos.
Igualmente, llega a ser tanta la inseguridad sobre el tamaño de su pene, la forma y otras consideraciones anatómicas que, durante las relaciones sexuales, están demasiado tensos y nerviosos resultando en problemas de erección y eyaculación.
¿POR QUÉ SIEMPRE ASOCIAMOS SEXO CON PENETRACIÓN?
La idea de que un pene más grande “es mejor” está fundada sobre un montón de mitos machistas y una profunda ignorancia sobre la sexualidad femenina fundada en muchos factores.
La sexualidad femenina ha sido, históricamente tan castigada por la cultura, que hasta muy recientemente puede realmente considerarse que inició la investigación científica sobre el placer femenino.
Por años, lo que “se sabe” de la sexualidad femenina ha dependido de la perspectiva de los hombres. Desde la medicina y la psicología, hasta la pornografía. Muchísimos jóvenes han crecido y lo siguen haciendo acompañados de pornografía que repite estereotipos sobre el placer desde un sesgo machista y racista.
Esto ha perpetuado muchas ideas equivocadas sobre el placer, desde la idealización de ciertos cuerpos, penes o vulvas, hasta modas sobre posiciones y prácticas sexuales como el sexo anal, las dobles penetraciones y la felación. Todo, siempre, desde la perspectiva de los hombres ignorando el auténtico placer sexual femenino.