Son muchas las ocasiones en que, por desgracia, las mascotas se extravían. Tras el hecho, los dueños rápidamente se movilizan para encontrar a quien consideran otro miembro de la familia. Sin embargo, nada como el caso de Manuela, una tortuga que permaneció treinta años en una habitación y regresó a sus dueños viva.
Todo comenzó en Brasil en la década de los 80, cuando la familia Almeida comenzó las labores de remodelación de su hogar. Entre todo el caos que esto trae consigo, vino la ausencia de Manuela, su tortuga.
Los días pasaron hasta que fue notoria la ausencia del animal. Más allá de la nostalgia por la pérdida, el asunto fue olvidado hasta hace pocas semanas, que Leonel Almeida falleció.
Días después de su deceso, su familia decidió reabrir una habitación en la que el señor Almeida había guardado un sinnúmero de aparatos y diversos objetos. Durante las labores de limpieza, el vecino de Leandro, hijo de Leonel, notó a Manuela entre los objetos del lugar. “¿La tortuga también va para la basura?”. Leonel, incrédulo, empalideció.
Como se sabe, las tortugas pueden vivir en condiciones adversas, sin comer, un periodo de dos a tres años, pero treinta años resulta netamente increíble. Algunos creen que Manuela pudo haber sobrevivido alimentándose de polilla de la madera y otros insectos caseros.
Con información de Pijama Surf