Por: Valentina Pérez
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La reforma en telecomunicaciones, propuesta por Enrique Peña Nieto, le permitió al Poder Ejecutivo plantear un discurso antimonopólico –contra las grandes cadenas nacionales de televisión-, pero en su discurso agrario está apunto de contradecirlo: la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (ANEC) le preguntan, “Peña Nieto, ¿y Monsanto no es un monopolio?”.
El año pasado, las empresas de la agrobiotecnología, entre las que se encuentra Monsanto, hicieron la solicitud para la siembra comercial de maíz transgénico en 2 millones de hectáreas en el norte del país. La administración pasada no cedió a la presión del cabildeo político de la trasnacionales, pero heredó la decisión al nuevo titular del Ejecutivo. Las organizaciones contrarias a la aprobación temen que la liberación de las licencias se dé para el ciclo de cosecha otoño-invierno 2013.
ANEC en su último comunicado lo sentencia: “Si (Enrique Peña Nieto) autoriza la siembra comercial de maíz transgénico pasará a la historia como el presidente que regaló a cambio de nada nuestra planta sagrada, patrimonio de los mexicanos, a las empresas trasnacionales.” México es centro de origen y diversificación del maíz, lo que significa que en él nacieron y se desarrollaron la mayor cantidad de especies de este cereal que hoy ocupa uno de los primeros puestos a nivel mundial en consumo.
En México ya existe la siembras piloto y experimental de maíz genéticamente modificado –las dos etapas previas a la siembra comercial-, de acuerdo a la CONABIO el 70 por ciento de las solicitudes de siembra de transgénicos fueron solicitadas entre 2005 y 2011 fueron hechas por Monsanto.
El 81 por ciento de los permisos otorgados, siembran patentes de Monsanto –variables MON-. En suma: más de las tres cuartas partes de cultivos transgénicos le pertenecen a Monsanto directa o indirectamente ¿Permitirá Peña Nieto que en el campo se imponga un monopolio?