(15 de agosto del 2014).- Desde hace meses se especula y, sólo por algunas filtraciones de la organización Wikileaks, se saben algunas cláusulas que contendrá: su nombre es el Acuerdo Trasatlántico de Comercio e Inversión (TPPI, por sus siglas en inglés). En pocas palabras, un nuevo Tratado de Libre Comercio que, según los adelantos publicados, será firmado por 29 países, formando una gigante área de libre comercio.
El acuerdo que se negocia con total hermetismo de los gobiernos en cuestión, predominantemente la Unión Europea y Estados Unidos, no ha impedido que algunos de los puntos controversiales salgan a la luz.
Una reciente publicación de la revista Contralínea, sostiene que, uno de ellos, “es el relacionado con la creación de un tribunal arbitral privado, por medio del cual los grandes grupos multinacionales podrían llevar ante la justicia a un Estado si consideran que las políticas comerciales existentes allí perjudican sus intereses”.
Además, ante cualquier riesgo de expropiación por parte de los gobiernos en turno, las empresas, una vez rectificándose el contrato, podrán demandarlas al exigir la devolución de sus inversiones más compensación e intereses.
Otro de los riesgos del Acuerdo Trasatlántico de Comercio e Inversión (TTIP, por su sigla en inglés) es el desmantelamiento del sistema fitosanitario europeo y de las garantías de protección al consumidor, advirtieron ecologistas.
Por otra parte, la escasa protección de los trabajadores en Estados Unidos –principalmente compuesta por inmigrantes–, país que se ha negado a ratificar varios convenios internacionales, generará una competencia desleal de consecuencias negativas para el empleo, los derechos laborales y los salarios de los europeos, advirtieron.
Cabe resaltar que, por primer vez en la historia y, contraria a los acuerdos comerciales que, por ejemplo, Estados Unidos ha firmado con países en vías de desarrollo, también permitirá la “libere circulación” de capitales, producto, mano de obra, entre otros, y se prevé que pueda ser formalizado a finales del 2014 o principios del 2015.
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Pese a que se ha afirmado como uno de los acuerdos comerciales más ambiciosos a nivel internacional, debido a la gran cantidad de beneficios de inversión e intercambio de mano de obra calificada, especialistas y técnicos, así como a la diversificación de productos que podrían intercambiarse en éste, también en diversos sectores la oposición crece ya que podría, además, convertirse en un modelo de referencia para nuevos acuerdos comerciales como el Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica.
En éste último, cabe señalar, también está incluido México.
Por ejemplo, el pasado 19 de marzo, activistas de organizaciones campesinas, sociales y ecologistas así como sindicatos de varios países europeos bloquearon esa mañana, la entrada a la Dirección General de Comercio de la Comisión Europea en Bruselas. Protestaban así contra la cuarta ronda de negociaciones del Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP) entre la UE y EEUU que tiene lugar esta semana.
Ante la crisis que azota aún al viejo continente, la Comisión Europea sigue presentando el TTIP como la única manera de generar empleo en Europa. Pero los informes de la propia institución hablan de una “deslocalización sustancial y prolongada en el tiempo de trabajadoras y trabajadores de la UE como resultado directo del TTIP lo que simplemente profundizará las desigualdades europeas”.
Al tenor, la eurodiputada de Podemos, Lola Sánchez Caldentey, en una alocución subida en internet, argumentó que el TTIP provocará daños ambientales, recortará derechos sociales, alimentarios, de los consumidores y ciudadanos, pues acabará con la barreras comerciales entre la Unión Europea y Estados Unidos.
“Para conseguir esto, ambos deben rebajar sus niveles de protección social, laboral, alimentaria, medioambiental, para así dejar libres a las grandes multinacionales. ¿Y cuáles serían las consecuencias en nuestras vidas? ¿Por qué se esfuerzan tanto en ocultarlo? Sería una ola de privatizaciones de los servicios públicos. Esto no es algo nuevo en nuestro país [España]”, señaló.