Raúl Linares
(8 de noviembre del 2014).- Para las instancias gubernamentales, tanto estatales como federales, la aparición con vida de los 43 normalistas de Ayotzinapa se ha convertido en una lucha estéril; poco capital político reditúa y, por si fuera poco, merma la imagen internacional al “salvador de México” nombrado así por la revista Time.
Desde que iniciaron las investigaciones, primero, encabezadas por el hoy capitulado gobierno de Ángel Aguirre –a través del procurador Iñaky Blanco–, y por último, cuando atrajo la investigación el gobierno de Enrique Peña Nieto –a través de su procurador, Jesús Murillo Karam–, las pruebas han conducido a juicios “inobjetables” para los funcionarios públicos: la vida vale poco y buscarla cuando aún florece, lo es más.
Sin cumplir los acuerdos a los que se habían avocado desde un principio, donde se comprometieron a que las agencias de investigación oficiales debían de realizar sus diligencias con la participación de peritajes independientes, la tarde del 7 de noviembre, la administración de Peña Nieto anunció que los estudiantes habían sido asesinados, quemados y depositados en bolsas de basura pláticas.
Esto, según testigos que participaron o actuaron en complicidad con los agentes detenidos e involucrados y, pese a que la información –no digamos por cumplir un protocolo constitucional o internacional, sino por una sencilla consigna moral– debió de confirmarla antes con los propios dolientes, hijos, padres, madres, nietos, novios, primos y hasta esposos de los 43 desaparecidos.
Por su parte, los jefes de familia de éstos jóvenes, quienes esta noche pernoctan en la Escuela Normal Rural, Raúl Isidro Burgos, en Tixtla Guerrero, niegan la versión oficial y se emplazan a la movilización, se aferran al último atisbo de esperanza: la identificación de los supuestos restos de sus hijos, por medio de un laboratorio austriaco, cuya certeza, finalmente, dará pauta para enfrentar su luto o morir en la búsqueda.
Al respecto, Revolución Trespuntocero ofrece un resumen de los supuestos testimonios criminales que, de botepronto, han dado un cenit amargo y “cínico” a las investigaciones oficiales. Las voces arden.
Esas imágenes de terror, advertimos, sólo corresponden a la información emitida por las instancias gubernamentales, no así, a las demandas ciudadanas que aún reclaman: “porque vivos se los llevaron, vivos los queremos”. El material, recalcamos, ha sido extraído de diversos medios de comunicación, testimonios dados a conocer públicamente e investigaciones llevadas a cabo por el equipo editorial.
* El teatro del terror #1:
Mi nombre es Martín Alejandro Maceda Barrera. Yo estuve la noche en que los muchachitos esos, los Ayotzinapos, llegaron a Iguala; de hecho, yo participé dándoles de tiros en la cabeza a los normalistas. Los empezamos a cazar desde que llegaron a la ciudad. Los asustamos. Les dimos su calentada.
Pero el plomo ya tenía marcado su nombre y, cuando la oscuridad de la noche y el silencio arreciaban, así, por órdenes de El Choky los matamos.
Así es… Recibí la instrucción de dispararles, por parte del Choky [un sicario del cártel Guerreros Unidos]; los disparos que les realizamos fue en el centro de Iguala… El Choky pidió apoyo a la Policía Municipal, por lo que supe que El Choky sí alcanzó a chingar a varios ayotzinapos, ya que se estaban poniendo muy locos; una vez que se comienzan a bajar los estudiantes comienzan a correr y logramos asegurar a diecisiete, los cuales subimos a nuestras camionetas y los llevamos a la casa de seguridad donde los matamos inmediatamente ya que no se querían someter y como eran más que nosotros, El Choky dio la instrucción que les diéramos piso…
Todavía me acuerdo.
A mí me detuvieron por órdenes del gobierno de Ángel Aguirre. Fui apresado y exhibido, aunque no me fotografiaron, como un trofeo de su administración. Junto a mi estaban el exmilitar Honorio Antúnez Osorio. Marco Antonio Ríos Biber. Todos trabajábamos para el cártel de Guerreros Unidos. Nosotros junto a los policías municipales de Iguala, también a las órdenes también de José Luis Abarca; lo mismo se puede decir de los polis de Cocula.
¿Qué cómo matamos a los Ayotzinapos? Ah, muy simple…
A algunos los mataron con tiro de gracia en la cabeza y a otros a golpes ya que se pusieron muy violentos cuando estaban secuestrados y para que no estuvieran chingando se decidió matarlos; creo que utilizaron la excavadora para enterrarlos en el mismo rancho que tenemos, a siete de estos muchachos los quemamos por instrucción del Choky… quiero señalar que una vez que me pusieron a la vista unas fotografías de las personas que se dicen desaparecidas, no reconozco a ninguno ya que inmediatamente los subimos a las camionetas la instrucción fue cubrirlos para que nadie los viera…
Yo participé matando a dos de los ayotzinapos, dándoles un balazo en la cabeza, y no son de los que quemamos, están enteritos…la forma de matarlos fue ancados (sic) y les disparamos por un lado de la cabeza.
[Esta declaración, rescatada y difundida por el equipo editorial de Sin Embargo, fue extraída durante las primera dos semanas de investigación, cuando el gobierno federal estaba todavía ausente en el caso. Dicha tesis fue anunciada a través de una conferencia de prensa efectuada en Acapulco, la tarde del 5 de octubre.
Ahí el entonces titular de la Procuraduría General de Justicia de Guerrero, Iñaky Blanco, hoy sujeto a investigación, declaró que un sujeto apodado el “Choky”, cuya identidad se desconoce hasta el día de hoy, fue el encargado de llevar a cabo el “homicidio” de los estudiantes. Ese día se habló por primera vez de haberles prendido fuego, se involucró a José Luis Abarca y a Francisco Salgado Valladares, director de seguridad pública.]
* Teatro del horror #2:
Mi nombre es Alejandro Solalinde, soy cura, defensor de derechos humanos y director de la casa del migrante, Hermanos del Camino, en Ixtepec Oaxaca. Yo he tenido acercamientos, por medio de la confesión sacerdotal, a algunos participantes en la masacre de los estudiantes de Ayotzinapa. Todos fueron asesinados. Todos fueron incinerados sobre tablones de madera y reducidos a cenizas.
El martes me buscaron otras personas, acerca de jóvenes que habían sido testigos del primero y del segundo ataque. Como vieron que algunos de los jóvenes estaban heridos, otros cayeron también. A los que cayeron se los llevaron, agentes del Estado, quienes los balearon, los atacaron como si fueran un ejército y no estudiantes pobres, de una normal rural.
¿Que cómo les dieron muerte?
Estaban heridos, y así como estaban heridos, los quemaron vivos, les pusieron diésel. Eso se va a saber. Dicen que hasta les pusieron madera, algunos de ellos estaban vivos, otros muertos. El gobierno sabe y supo desde un principio todo esto. Si cree que estoy mintiendo, me encantaría que me dijeran que soy un mentiroso y que demostrara lo contrario.
[El pasado 20 de octubre, el padre Alejandro Solalinde, dio a conocer que ha tenido testimonios de primera mano sobre el asesinato de los jóvenes normalistas de Ayotzinapa. Días después intentó entregar una denuncia a la Procuraduría General de la República, encabezada por Jesús Murillo Karam, sin embargo éste no fue recibida.
El propio procurador, quien en un primer momento se negó a recoger el oficio en donde venía la denuncia, lo recibió en su despacho junto a la escritora Elena Poniatowska. Dicha entrevista fue difundida por el periodista estadounidense, Rubén Luengas.]
* Teatro del horror #3:
Testigo 1, Agustín García Reyes, El Chereje.
‒¿Cuántos estudiantes traían?
‒Eran, dicen que eran 44, yo oí… Así que los haya contado uno por uno, no.
‒¿Quién te dijo?
‒Ellos dijeron.
‒¿Quién?
‒El Pato, El Guereque decían son 44 o 43, así yo nomás oí pero que los haya contado, no. Pero sí eran hartos, entonces de ahí se pasó El Pato…
‒¿Y en dónde venían los 43 o 44?
‒Venían en la camioneta más grande…
Testigo 2.-
‒¿Había algunos muertos en la camioneta antes de bajarlos?
‒Sí, al momento que yo iba pasándole a los chavos, ya habían muertos, ya había como unos aproximadamente 15 muertos.
‒¿Muertos de bala o de qué?
‒De que se ahogaron, se asfixiaron.
Testigo 1, Agustín García Reyes, El Chereje.-
‒Les preguntaron qué eran, y todos respondieron que eran estudiantes. Somos estudiantes, y entonces los bajaron y les preguntaron que a qué habían venido a Iguala, y dijeron que venían por la esposa de Abarca, nomás así dijeron.
‒¿Pero pertenecían a algún grupo?
‒Es lo que les preguntaron ellos, ¿pertenecen a un grupo? y decían que no.
Murillo Karam: los detenidos señalan que en ese lugar privaron de la vida a los sobrevivientes y posteriormente los arrojaron a la parte baja del basurero, donde quemaron los cuerpos. Hicieron guardias y relevos para asegurar que el fuego durase horas, arrojándoles diesel, gasolina, llantas, leña, plástico, entre otros elementos que se encontraron en el paraje. El fuego, según declaraciones, duró desde la media noche hasta aproximadamente las 14:00 horas del día siguiente. Según declaraciones de uno de los detenidos, y otro , dijeron que el fuego duró hasta las 15:00 del día 27 de septiembre, pero por el calor que desprendía el área, los delincuentes no pudieron manipular los restos de los cuerpos sino hasta cerca de las 17:30, según sus declaraciones. Cuando los peritos analizaron el lugar, encontraron cenizas y restos óseos, que por las características que tienen corresponden a fragmentos de restos humanos. También aquí están las imágenes.
Testigo 3.- (recrea la forma en la que bajaban las bolsas con restos humanos)
Ya los dejaban caer así, y entonces cayéndose así, ya le dice al Terco, La Rana o El Pato, los agarraban para acá, para acá, y los iban acomodando así. Los que estaban vivos se levantaban, ya los agarraban y después caminaban así (recrea la forma en que los conducían con las manos en la nuca y con la vista hacia abajo), entonces ya ahí los ponían y les decían: ¿me vas a decir?… y les tiraban.
‒¿Había algunos muertos en la camioneta antes de bajarlos?
-Sí, al momento que yo iba pasándole a los chavos, ya habían muertos, ya había como unos aproximadamente 15 muertos.
‒¿Muertos de bala o de qué?
‒De que se ahogaron, se asfixiaron. Así iban, los iban dejando y a los que los agarraban ya por aquí les tiraban. Ya entonces los demás los jalaban de las patas o de las manos y los iban acomodando hacia allá y a los demás chavos, los que quedaron vivos, quedaron de este lado.