(14 de mayo, 2014).- Gabriel Figueroa Mateos vivió noventa años y tres días: nació el 24 de abril de 1907 y murió el 27 del mismo mes de 1997. En medio, y durante una carrera de más de cinco décadas, fue protagonista del ascenso y caída de la Época de Oro del cine mexicano (1936-1955), en cuyo nacimiento tuvo un papel fundamental pero a la que logró sobrevivir adaptándose a los nuevos aires que soplaron en los años sesenta.
Gabriel Figueroa fue un cinefotógrafo, la persona encargada de plasmar la visión del director. El cinefotógrafo o director de fotografía es responsable “de las decisiones técnicas y artísticas de la toma de imágenes, determinando la composición visual, la iluminación, los movimientos de cámara, los colores, etcétera”. El director de fotografía participa en todas las etapas de la producción, pues debe asegurarse de que la locación sea la indicada antes de comenzar el rodaje, de que la cámara y las luces hagan lo que tienen que hacer durante éste y de que el resultado final sea perfecto después de.
Figueroa nació y creció en la Ciudad de México, donde comenzó a recibir formación en la pintura y la música, sus primeras inclinaciones artísticas. A la que habría de darle sus mayores alegrías llegó por necesidad, trabajando como fotógrafo de estudio para ganarse la vida. Tras pasar por varios estudios, llegó al que regentaba José Guadalupe Velasco, quien era favorito de actrices y bailarinas del teatro de revista por su uso magistral de trucos que embellecían a las damas. Ahí Figueroa entró en contacto con el mundo artístico del que comenzó a participar a inicio de los años treinta.
En 1936 se daría el arranque definitivo de su carrera al obtener la dirección de fotografía del filme Allá en el rancho grande, del director Fernando de Fuentes. Esta película obtuvo un “éxito nacional e internacional, y estableció la fórmula para un género que devino marca registrada de la cinematografía mexicana: la comedia ranchera”. Estrenada en los albores de la Época de Oro, en esta película se pueden apreciar ya las razones por las que la estética de Gabriel Figueroa definió este periodo.
El género de la comedia ranchera surge en el periodo en que México había dejado atrás el desorden revolucionario pero no su efervescencia social, encarnada en el proyecto nacional-popular del cardenismo. La comedia ranchera viene a ser una evocación de los tiempos prerrevolucionarios, ubicando las tramas “en un rústico edén que era ajeno a cualquier conflicto de clase o referencia histórica”, un México que sólo existió en las películas que lo imaginaron.
Pero el país se urbanizaba a paso acelerado y para los años cincuenta el idilio ranchero dio lugar a los dramas proletarios. Gabriel Figueroa llevaría plasmaría su estética en estas transformaciones al pasar de fotografiar las grandes extensiones abiertas del paisaje a los íntimos recovecos del arrabal: la distancia que va de Bajo el cielo de México (1937) a Los olvidados (1951) es la que media entre la evocación despolitizante al testimonial que denuncia, manteniendo un equilibrio magistral entre el arte y el panfleto.
Para los años sesenta, una nueva generación de creadores que no había vivido la Revolución Mexicana y encarnaba los valores de la clase media ascendente, creadores cosmopolitas y desafectos del pueblo –o de su ensalzamiento retórico–, toma las riendas de la vida artística en México. Aunque basó su estética en el muralismo mexicano que ahora era atacado como abominación demagógica y –no lo permita la Virgen– figurativa, Figueroa se adaptó sin fricciones a esta nueva corriente y aportó su experiencia a los proyectos de quienes entonces comenzaban.
En su carrera, que concluyó en 1984, Gabriel Figueroa también cosechó el éxito internacional, participando en producciones hollywoodenses con astros de la cinematografía como John Ford o John Huston. Su último trabajo fue precisamente al lado de éste, en la adaptación al celuloide de la novela de Malcolm Lowry Bajo el volcán. Wikipedia dice que para cuando se retiró, Figueroa había trabajado en 210 películas –aunque el sitio oficial dedicado al cinefotógrafo consigna 235 producciones –, con las que cosechó 16 premios Ariel, un Ariel de Oro, un Globo de Oro y una nominación al Óscar.
Algunas de las películas más destacadas en las que trabajó Gabriel Figueroa son:
Allá en el Rancho Grande (1936) de Fernando de Fuentes
¡Vámonos con Pancho Villa! (1936) de Fernando de Fuentes
La Perla (1945) de Emilio “El Indio” Fernández
Enamorada (1946) de Emilio “El Indio” Fernández
Río Escondido (1947) de Emilio “El Indio” Fernández
El Fugitivo (1947) de John Ford
Los olvidados (1951) de Luis Buñuel
Nazarín (1959) de Luis Buñuel
La noche de la iguana (1962) de John Huston
Aquí puedes ver su filmografía completa.