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Hablemos de porno: Porno feminista

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Se dice que, por educación, no hay que hablar de temas como política y religión en las reuniones sociales; y creo que la gente no se anima a agregarle “ni de pornografía, ni de feminismo” nomás porque en la primera temática, se delatarían, y en la segunda… digamos que también.

Sin embargo, no es mal momento para hablar de porno, y mucho menos de feminismo. Sigue leyendo y te cuento.

EMPECEMOS POR EL PRINCIPIO: ¿FEMINISMO? ¿PORNO?

Esas feministas del mal, se meten en todo, ¡hasta en el porno! Pues sí, un poco, pero tiene sentido, y lo comprenderás mejor si sigues leyendo.

Pues bien, el tema protagónico es, por supuesto, ¡porno! Sin embargo, no podemos hablar de algo tan delicado sin antes poner una base muy firme sobre la cual abordarlo.

Del feminismo, lo que importa es su significado.

Recordemos que el feminismo es un movimiento que, en esencia, promueve ideas y acciones en favor de la equidad entre los géneros masculino y femenino. Lo que significa que, más que el reconocimiento de hombres y mujeres como “iguales”, busca que se reconozcan y respeten las diferencias, y que éstas no sean razón para limitar o coartar los derechos, libertades ni las decisiones de vida de nadie.

DE LA PORNOGRAFÍA, TAMBIÉN.

Para dejar todos los detalles claros, definamos a la pornografía también.

El porno, o cine para adultos hoy en día se define como una expresión gráfica de la sexualidad, que como su nombre lo indica, de manera explícita y gráfica muestra imágenes y contenidos sexuales, cuyo uso está dirigido a estimular la excitación, en personas, originalmente, adultas (de ahí que se llame también “cine para adultos”), pero que hoy en día, con la llegada del internet y de las tecnologías de la información y comunicación, está logrando estar al alcance de un clic en la pantalla de cualquier persona con Smartphone. Ahí entra lo riesgoso, pienso. Y ahí lo importante de hacer porno con sexo sucio si quieren, pero con valores limpios.

AHORA SÍ, ¡¿PORNO FEMINISTA?! OTRO NUEVO POKEMÓN.

El porno siempre ha sido algo polémico, pero no podemos negar que forma parte de la vida cotidiana de muchas personas, y es importante que empecemos a hacernos cargo del porno que consumimos.

Pensemos en el derecho al placer, y el derecho a expresar nuestra sexualidad: desde esta base podemos ubicar a la pornografía, en general, como una opción al alcance de quien quiera darse el gustito, ya sea de consumirlo o de generarlo, pero ojo, esto es como cualquier producto en el mercado, no es por sí mismo “malo” o “bueno”, sino que, lo que hace a un producto digamos “de calidad” es de qué está hecho, y mejor aún, cuál es la filosofía detrás.

El porno tradicional tiene cuerpos típicamente estereotipados (la chica súper bien dotada de adelante y detrás, preferentemente rubia, guapísima, gritona, con una vulva perfectamente depilada, rosadita, perfecta, y el chico, súper musculoso, con un pene kilométrico, del rostro, casi no ves nada), los actos sexuales son también los mismos: sexo oral (a él, obviamente), penetración por aquí, por allá, penetración, más penetración, otra vez oral, eyaculación. Fin de la película.

El porno tradicional tiene una carga machista, misógina y violenta lo suficientemente fuerte, como para despertar el interés de las mujeres o de personas con modos de pensar totalmente a favor de la equidad, de generar nuevo porno, y el porno feminista es uno de ellos.

En el porno feminista es común ver roles más empoderados de las mujeres, historias semejantes a fantasías creativas, diversas, incluyentes, consensuadas, protegidas muchas de ellas, y, sobre todo, que no promueven conductas violentas ni roles que transgredan la integridad humana.

En el porno feminista encontrarás diversidad de cuerpos, de órganos genitales, de “estilos” de relaciones sexuales, no se centra tanto en el coito y en eyaculaciones, sino en la experiencia erótica y sensual del contacto sexual. Está increíble. Lo recomiendo ampliamente.

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