Por: Maribel Acosta Damas
(10 de mayo, 2020. Revolución TRESPUNTOCERO).- De recorrido cultural por La Habana con directivos y profesores de una universidad de Estados Unidos pocos años atrás, una reconocida experta en arte preguntaba: ¿Cómo pudo Cuba alcanzar los resultados en salud, educación y cultura que tiene?
La pregunta parece sencilla y la probable respuesta, obvia. Sin embargo, hubo que recurrir a todo lo aprendido y a lo vivido para establecer la correcta cronología de análisis que permitiera transitar la ruta de 60 años de país. Sin dudas, hubo un comienzo: la alfabetización. Esa fue la madre de las transformaciones y de los resultados que vendrían después.
El investigador cubano Julio Larramendi, quien ha estudiado las particularidades de la alfabetización cubana, nos ha legado cada uno de los acontecimientos en su devenir.
El 1ro de enero de 1961 comenzó la campaña de alfabetización. A ella se incorporaron 100 mil jóvenes estudiantes para ir a todos los rincones del país. Se organizaron en brigadas que pronto tomaron el nombre de Conrado Benítez, en honor al maestro voluntario asesinado por las bandas armadas en la sierra del Escambray, al centro de la isla.
Fue una alfabetización presencial. Junto a cada persona analfabeta había prácticamente otra para enseñarla a leer y a escribir. En la organización de la campaña, a los estudiantes se unieron más de 120 mil alfabetizadores populares y unos 12 mil 700 jóvenes obreros para apoyos logísticos y organizativos. A su vez, cerca de 35 mil maestros se sumaron como asesores pedagógicos. En total 257 929 personas participaron en esa campaña que tenía el propósito de erradicar el analfabetismo en Cuba.
La campaña contaba también con un pensamiento comunicativo y de identidad. Su lema central fue “Ser cultos para ser libres” del pensador y patriota cubano José Martí. El himno de la campaña era entonado por los jóvenes cada jornada…
Cuba, Cuba,…estudio, trabajo, fusil,… lápiz, cartilla, manual,… alfabetizar, alfabetizar…. Venceremos…
Se diseñó un uniforme con pantalón verde olivo, herencia del Ejército Rebelde; blusa o camisa gris y verde, símbolo del alfabetizador, y boina verde olivo, recuerdo de las milicias obreras. Tenían además un monograma que los brigadistas lo portaban en sus uniformes. Y lo que se convirtió en una mística de la campaña y de los alfabetizadores (aun muchos hogares cubanos lo tienen entre sus recuerdos) fue el farol, para iluminar las noches campesinas y como metáfora de la iluminación a las vidas de millones de hombres y mujeres cubanas.
La cartilla y el manual fueron las armas de los alfabetizadores y sus alumnos. Con ilustraciones, lecturas y espacios para la escritura. Importantes artistas cubanos fueron los gestores y creadores de estos símbolos.
La campaña de alfabetización cubana no transcurrió tranquilamente. En abril de 1961 Cuba es invadida por tropas entrenadas y financiadas desde Estados Unidos, la denominada Invasión de Bahía de Cochinos intentó crear un gobierno provisional para facilitar la intervención estadounidense a la isla. Sin embargo, fue derrotada en menos de 72 horas con un saldo de muerte y dolor de familias cubanas, pero la alfabetización no se detuvo. Ya el 18 de junio de ese año, se graduaron los primeros 3 500 alfabetizados de La Habana, y las memorias recogen miles cartas con testimonios como este: “ya nunca tendré que firmar con los dedos ahora siempre firmaré así: María Cruz”.
Ese fue el comienzo de la política cultural de la Revolución, de su diseño de futuro desde una perspectiva social; que ha sido la estrategia de desarrollo de Cuba revolucionaria.
El 22 de diciembre de 1961, poco antes del año de haberse iniciado la campaña de alfabetización, Cuba se proclamó Territorio Libre de Analfabetismo. En el acto realizado en la Plaza de la Revolución, los brigadistas con sus uniformes y portadores de gigantescos lápices y banderas rojas, corrieron a la base del monumento a José Martí, donde Fidel Castro daría su discurso que anunciaba al mundo la proeza realizada y el comienzo de una nueva etapa… hasta el hoy.