Un equipo internacional de científicos emprendió a finales de noviembre una expedición de varios días a las islas Galápagos (Ecuador) para encontrar especies de tortugas que compartieran genes con otras dos especies extinguidas procedentes de las islas de Pinta y Floreana.
Recientemente, habían descubierto que ciertas tortugas que habitan en la zona del Volcán Wolf –al norte de la isla Isabela– tienen similitudes genéticas con esas especies extintas. Algunas de las halladas cerca del volcán son parientes lejanos del solitario George, el último ejemplar de la tortuga gigante de Pinta, fallecido en 2012.
Los científicos piensan que los balleneros –quienes guardaban tortugas en sus barcos para alimentarse durante travesías largas– pudieron haber lanzado a estos animales por la borda cerca la zona del volcán Wolf hace unos 150 años.
Antes de partir a la expedición, el profesor James Gibbs de la Facultad de Ciencias Ambientales y Forestales de la Universidad Estatal de Nueva York (EE UU), miembro del equipo de investigación, declaraba que el objetivo era cuidar en cautividad a algunas de las tortugas que encontrasen en la isla y luego liberar a sus descendientes en su hábitat natural.
De esta manera, los científicos esperaban obtener ejemplares con un 95% de similitud genética respecto a las tortugas de Pinta y Floreana. “Así, quizás a partir de cinco o diez años podamos ver cómo se inicia el proceso por el que podrían resurgir por selección natural esas especies extintas”, dice Gibbs.
Los parientes lejanos de George
Las tortugas capturadas en isla Isabela fueron transportadas en helicóptero y barco hasta el Centro de Crianza Fausto Llerena de la isla Santa Cruz. / Joe Flanagan
Tras la expedición, el equipo transportó en helicóptero y después en barco a 32 tortugas gigantes capturadas –21 hembras y 11 machos– hasta el Centro de Crianza Fausto Llerena de la isla Santa Cruz. De este total de ejemplares, dos son muy similares a la especie de Pinta y otros cinco a la de Floreana.
Una vez en el centro, las hembras han ocupado el corral donde vivía el solitario George, y los machos se han instalado en otro recinto aparte. Según los investigadores, el primer paso será cumplir con el procedimiento de cuarentena y después iniciar el programa de reproducción y cría en cautividad de estas especies.
“Estamos muy satisfechos y emocionados de haber encontrado al menos dos individuos con material genético similar al de las tortugas de Pinta. Antes no teníamos nada: solamente la tristeza de haber perdido al último ejemplar de esta especie”, declaraba Adalgisa Caccone, investigadora en la Universidad de Yale (EE UU).