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La ruta del placer: dildos, yumbina y lencería en un solo lugar (FOTO REPORTAJE)

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Texto y foto reportaje por: Jaime Tena

Había llegado al tianguis de la Lagunilla a tempranas horas del día. El laberinto de puestos comenzaba rápidamente a cobrar vida. Tras caminar lo que pareció un largo rato y llegar a las calles que intermedian entre la zona de Tepito y la Lagunilla, supe que finalmente había llegado al lugar correcto cuando, a la distancia, pude ver un estante repleto de dildos de todos tamaños y colores.

Me adentré entonces a la “Zona de Placer” para un foto reportaje especial para REVOLUCIÓN TRESPUNTOCERO, sobre el denominado “entretenimiento para adultos”.  Si bien varios de los vendedores se prestaron para resolver mis dudas, la idea de que fotografiara sus puestos no les hacía mucha gracia, ya que como dos de ellos lo manejaron “…siempre que vienen los reporteros cambian todo lo que decimos y nos hacen ver como los malos y eso no es bueno para ninguno de nosotros”.

Por suerte dos jóvenes que atendían un puesto fueron bastante accesibles y entre bromas y albures contestaban mis preguntas al tiempo que me dieron la oportunidad de sacar algunas fotos.

Uno pensaría que no mucha gente se animaría a comprar juguetes sexuales en un tianguis a la vista de todo mundo, ya que existe mucha ignorancia sobre las cuestiones del sexo como un acto de entretenimiento y placer, pero por lo que me contaron estos chavos, esa noción es bastante equivocada.

“Los que vienen son banda que ya se la sabe…” me dijo uno de ellos mientras acomodaba los vibradores en los estantes. Les pregunté quiénes compraban más, si los hombres o las mujeres. Tras un breve intercambio de miradas y meditarlo un momento, me dijeron que era muy variable: unos días unos y otros días otros, pero los que más compraban siempre venían en pareja, ya fuesen heterosexuales u homosexuales, aunque después uno lo medito más y concluyó que, en su opinión, compran más las mujeres en pareja.

En cuanto al rango de edad es bastante variado, según la información que me dieron varios vendedores, siendo desde los quince hasta los sesenta años de edad, “…pero también llegan a venir morritas y morros de secundaria”, agregó uno de los dos chavos del puesto donde nos dieron permiso de tomar fotos.

Cuando pregunté por los productos más solicitados me indicaron que eran los “poppers” (nombre genérico que se le da a un tipo de drogas que se inhalan, generalmente compuestas de nitritos de alquilo y que son usadas para aumentar el placer sexual), la yumbina (otra droga, que produce una gran euforia y excitación sexual en las mujeres, se usa de manera aceptada en la cría de ganado vacuno y equino) y, finalmente, los vibradores.

Le pregunté por el vibrador más popular, a lo cual me contestó “es que todos son iguales, todos son penes…” pero después lo pensó un poco más y del estante bajó dos y los puso sobre la mesa para que los fotografiara, no sin antes indicarme, entre risas, que ahí estaba el probador y concluyó que los que tenían movimiento y vibraban si se vendían un poco más que los otros, en especial uno que estaba disfrazado de lápiz labial. Le dije si me podía decir un aproximado de cuantos vendían en un mes y me dijo “…no sé, muchos”

Entre las demás mercancías se podían observar condones de sabor o con textura, “baby dolls”, aceites, lubricantes, películas porno de las cuales algunas eran “home made” , anillos vibradores, lencería y vitaminas.

Uno de los vendedores de otro puesto me dijo que el vender lencería era un gancho para los otros productos, ya que por lo general era lo primero por lo que los clientes preguntaban y mientras les mostraban o buscaban el conjunto adecuado podían observar y darse el tiempo para preguntar sobre la demás mercancía que estaban en oferta.

Todos los puestos ofrecían básicamente el mismo rango de precios, que por norma general parecía que todo costaba cincuenta pesos, salvo los vibradores que estaban desde cincuenta hasta trescientos, dependiendo del tamaño o funciones.  Lo que me impactó más fue que todos los puestos eran bastante genéricos y uno pensaría que por la fama que tiene la zona, se podrían encontrar cosas más sofisticadas, igual aún era muy temprano, pero al parecer todo era bastante sencillo y directo, no por nada me dijeron “”Los que vienen son banda que ya se la sabe…”.

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