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Las pequeñas aves también prefieren viajar con amigos

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El carácter social de ánsares o córvidos era bien conocido y estudiado por los científicos. Estas grandes aves tienden a crear vínculos estables en periodos largos de tiempo. Sin embargo, no se había observado en aves de pequeño tamaño, como es el caso del lúgano (Carduelis spinus). Un estudio publicado en Bird Study revela que esta especie tiende a viajar en grupo durante varios años y a través de distancias largas.

Hasta el momento, los investigadores del Museo de Ciencias Naturales de Barcelona, que lidera el trabajo, habían descubierto que las hembras de lúganos cautivos prefieren aparearse con machos conocidos. Pero faltaba demostrar que en la naturaleza estas aves conviven durante periodos de tiempo lo suficientemente largos como para interaccionar y conocerse entre sí.

“En este trabajo mostramos cómo el lúgano puede mantener relaciones de grupo estables por periodos de varios años, desplazándose juntos a distancias de más de 1.000 km”, destaca Juan Carlos Senar, autor principal del estudio y científico en el museo.

El equipo de investigadores utilizó los registros del European Union for Bird Ringing (EURING) –institución europea encargada del anillamiento y seguimiento de aves– para examinar los datos registrados de 42.707 lúganos entre los años 1907 y 2011. Para actuar con más precisión, los expertos limitaron el estudio a las aves que recorrieron una distancia superior a 50 km desde su lugar de anillamiento, una cifra que supera la distancia máxima a la que suelen desplazarse estas aves en un solo día (10–40 km).

Los resultados demostraron que los lúganos pueden permanecer juntos en un mismo grupo hasta cuatro años y pueden recorrer con otros individuos distancias de hasta 1.300 km. En cuanto al tipo de grupo, los registros revelaron que podían ser tanto del mismo sexo como mixtos.

“Lo importante es que se detectaron varios grupos de individuos que viajaban juntos centenares de kilómetros, y que eran tanto de un macho y una hembra (posibles parejas) como de ejemplares del mismo sexo, lo cual implica que las asociaciones no eran únicamente parejas, sino que también podían ser grupos de amigos con un vínculo social”, resalta Senar.

Volar al mismo lugar no es simple coincidencia

Hasta ahora, algunos estudios habían demostrado una marcada sociabilidad en pequeñas aves como el lúgano americano (Carduelis pinus) y el pardillo sicerín (Acanthis flammea), pero los estudios estaban realizados dentro de un mismo invierno, y por lo tanto las distancias de desplazamiento eran relativamente pequeñas y duraban solo unos pocos meses.

Senar y su equipo quisieron replicar estos resultados en el lúgano, utilizando desplazamientos durante todo el periodo biológico y a lo largo de toda la vida de un individuo. “Una importancia adicional de haber realizado el trabajo con lúganos es que esta especie, al contrario que los jilgueros (Carduelis carduelis) o los verderones (Carduelis chloris), es nómada, de modo que cada año sus individuos se desplazan a un sitio distinto”, indica el científico.

Por tanto, “si se recapturan dos individuos juntos a cientos de kilómetros de donde se les capturó por primera vez, no es porque los dos vayan a invernar al mismo sitio de forma independiente y simplemente coincidan, sino que necesariamente se han tenido que desplazar juntos”, explica el investigador.

El estudio también revela que los individuos prefieren aparearse con otros que les resultan familiares. Esto puede ser un importante mecanismo de adaptación local. Para ello, el requisito es que los individuos interaccionen durante largos periodos de tiempo, algo que, como demuestra el trabajo, también cumplen estas aves de pequeño tamaño.

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