Por: Valentina Pérez Botero
@vpbotero3_0
El procedimiento empieza con un capricho de la naturaleza: la lluvia. Y se convierte después de 48 horas de trabajo, en agua apta para consumo humano. La botella que Casa del Agua produce, condensa la gran paradoja de la ciudad en la que se asienta; por un lado el Distrito Federal de México se debate por suplir la demanda hídrica de sus habitantes y por el otro, la cantidad de agua que llueve por metro cuadrado durante el año, le permitiría autoabastecerse de este servicio público.
Es un botella de vidrio sellada herméticamente con un tapón blanco a presión. Es agua lluvia, agua local –como dice el eslogan-, una muestra de las precipitaciones del Valle de México que ha sido captada, tratada y envazada en un mismo lugar con cero huella de carbono.
Casa del Agua es un modelo ultralocal de recuperación del agua y es, también, en palabras de Bosco Quinzaños, el socio fundador del proyecto, un “Regreso a darle valor a lo esencial” por lo que la empresa rescata las dinámicas sociales locales –el barrio-, la convivencia, el negocio que surte a los vecinos; y lo dota de un concepto de agua armonizada que resignifica los recursos naturales.
La azotea del lugar es un filtro gigante que puede llegar a captar hasta 5 mil litros de agua por hora de lluvia. Una selección especial de cactáceas, materiales y gravas hace que el líquido pase por un primer tamiz antes de ser brevemente almacenado. Pero también este espacio verde contribuye a contrarrestar la contaminación atmosférica a la ciudad.
La idea: creativa, en la parte de ejecución y el diseño es 100% mexicana. Aterrizar al proyecto tardó desde 2009 hasta finales del 2012; cuando, después de año y medio de adaptación del local, pudieron finalmente abrir al público.
Después de que el agua es totalmente purificada, se armoniza: el líquido inerte se ioniza con imanes, se deja un poco alcalino para mejorar el gusto y se deja fluir por piedras de ríos con minerales y mensajes –gratitud, amor, felicidad y respeto- en un recipiente cuadrado. Ya el agua cargada de significado la recibe un contenedor esférico por el que fluye para llegar a la zona de llenado de botellas que está ambientado con música clásica. El resultado: agua armonizada, reciclada, local.
Una botella de vidrio transparente, llena de 600ml de agua, sellada herméticamente con un tapón blanco que cuesta 30 pesos (2 dólares) –el 75% del precio es el envase– y 10 pesos por rellenarla.
Casa del Agua además de dar una lección sobre cómo los recursos naturales bien aprovechados pueden redituar económicamente; también confirma los postulados del crecimiento verde que sostiene que lo económicamente rentable no está peleado con la parte ambiental.