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Lo que resiste, apoya

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Ivonne Acuña Murillo / @ivonneam

(02 de diciembre, 2013).- “Lo que resiste, apoya”, es una de las frases célebres del político-intelectual Jesús Reyes Heroles, Secretario de Gobernación en el periodo de José López Portillo (1976-1982) y autor de la Reforma política de 1977. Entre las varias interpretaciones que suscita esta frase destacan dos, aquella desde donde se afirma que la labor de los críticos, analistas y cuestionadores del sistema permiten, paradójicamente, legitimar las acciones que cuestionan al proyectar la imagen de un gobierno democrático respetuoso de las posturas contrarias. La otra, refiere al “uso inteligente” que el gobierno en turno puede hacer de la fuerza de sus opositores.

En el primer año de gobierno de Enrique Peña Nieto, la segunda parece ser la interpretación más adecuada ya que permite analizar el funcionamiento del llamado “Pacto por México”, echado a andar en los primeros días del actual sexenio y apuntar algunas hipótesis acompañadas de su respectiva simulación.

Primero, la participación de los tres grandes partidos en la conformación del “Pacto”, PRI, PRD, PAN, fue vista como un gran triunfo de la política, si se piensa en ella como el arte de la negociación. Demostraron las principales fuerzas políticas a la población su voluntad para dejar a un lado sus diferencias programáticas e ideológicas, los agravios incluso, para poner por encima de éstos el interés general. Aquí la primera hipótesis: el interés general no se encuentra en el fondo del “Pacto por México” sino un arreglo político entre tres fuerzas que ven por su propio interés, más aún, de dos liderazgos partidistas, del PAN y el PRD, que ante su debilidad y el resquebrajamiento interno de sus instituciones políticas se alían con un partido que sí funciona con espíritu de cuerpo, el PRI, el cual necesita de las llamadas reformas estructurales -Fiscal, Financiera, Política y Energética- no sólo para llevar adelante un proyecto de gobierno sexenal sino para asegurar su permanencia en el poder por lo menos en las siguientes dos décadas.

Así, el “Pacto por México” contiene en su nombre la primera gran simulación, pues habrá que preguntarse ¿por cuál México están hablando? ¿el México de los políticos o el de la ciudadanía? ¿el México de los ricos, de la clase media o de los pobres? ¿el México nacionalista o aquel que, so pretexto de un mundo globalizado, ha abandonado lo local? ¿el México de las y los mexicanos arraigados en una tierra llena de historia, tradiciones y valores o el México entregado a los intereses de las élites nacionales y extranjeras? ¿el México que sueña con un futuro mejor o el de aquellos que saben que el futuro ha sido cancelado?

Segundo, tanto el PRD como el PAN, a pesar de haber hecho a un lado sus diferencias con el PRI, han mantenido una especie de núcleos duros formados por posturas aparentemente inamovibles a partir de las cuales han cuestionado de tiempo en tiempo su permanencia dentro del “Pacto”. Segunda hipótesis, el PAN y el PRD han operado como una especie de “oposición pactada”, legitimando con ello al gobierno de Enrique Peña Nieto, simulando en más de una ocasión su confrontación con el PRI ante decisiones de las que dicen no haber sido consultados y con el argumento de que violan su compromiso con la sociedad a la que afirman representar.

Cómo olvidar las estridencias de Gustavo Madero, cuando a pocos meses de firmado el acuerdo, el 22 de abril, anunció que no asistiría a la presentación de la Reforma Financiera, misma que fue pospuesta por el jefe del ejecutivo, argumentando una “enorme” molestia porque el PRI, siguiendo su costumbre, pretendía utilizar programas sociales para atraer votos durante las elecciones en el Estado de Veracruz.

Nuevamente, a inicios del mes de octubre, Madero dijo no haber tenido conocimiento de lo que se votaría en relación a la Reforma Fiscal, y afirmó que no participó y no conoció esa propuesta más que unas horas antes que se presentara, “por eso tenemos plena autoridad moral y libertad para decir: no vamos en estas cosas que, estamos seguros, le hacen daño a las familias”. En el mismo sentido, se pronunciaron los senadores del PAN cuando se discutía para su aprobación dicha reforma.

El PRD no se queda atrás en esto de la simulación, pues ha condicionado su permanencia y amenazado en varias ocasiones con salirse del tan llevado y traído “Pacto”. La primera vez tuvo lugar el 28 de mayo si no se cumplían los acuerdos del Adéndum, que garantizaban que no se haría uso de programas sociales durante las elecciones intermedias. El 7 de julio, de nuevo Jesús Zambrano sostuvo, junto con el PAN, o más bien a la sombra de éste, que las irregularidades electorales cometidas ponían en riesgo el “Pacto”. El 19 de julio advirtió que si el PRI y el PAN se empeñaban en seguir adelante con la apertura de PEMEX a la iniciativa privada, el PRD se retiraría del “Pacto”.

Finalmente, el 22 de noviembre condicionó su permanencia y el 28 dejó la mesa de negociaciones por un supuesto rumor, según el cual la Reforma Energética sería aprobada por la Cámara de senadores la primera semana de diciembre.

Cabe recordar que el PRD votó en favor de la Reforma Fiscal apoyando el cobro de diversos impuestos a los contribuyentes cautivos, rompiendo con su tradición en favor de las clases baja y media. El PAN, por su lado, rompiendo también su tradición y lógica programática votó en contra. Ahora, es un hecho que el PAN irá con el PRI en la aprobación de la Reforma Energética y de la Reforma Política, mientras el PRD se hace a un lado de manera voluntaria, quedando también, muy convenientemente, fuera de ambas discusiones.

Hay que anotar, por supuesto, que tanto el PAN como el PRD han vuelto al “Pacto” una vez pasada la emergencia que los hizo amenazar con su salida. El último regreso anunciado será el del PRD, a decir del mismo jefe de gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, una vez que se superen “los malentendidos”.

Pero hasta aquí no hay novedades, los amagos infructuosos, aunque se empeñen en afirmar lo contrario, de los más grandes partidos de “oposición”, PRD y PAN, han mostrado el primer año de gobierno del “nuevo” PRI que gracias a ellos va adelante con las reformas que desde un inicio se propuso. Donde sí hay incertidumbre es en el papel que desempeñarán estas dos fuerzas políticas una vez que sean aprobadas todas las reformas, incluyendo la Política y la Energética. Aquí se antoja una tercera hipótesis de trabajo en materia de teoría política, la creación de un nuevo tipo de sistema de partidos.

A lo largo de 71 años de gobierno ininterrumpido, el PRI se distinguió por dotar a la ciencia política de una serie de insumos que dieron materia para un sinnúmero de investigaciones para responder, desde distintos enfoques y actores, a la pregunta principal: ¿Cómo puede un partido combinar exitosamente la tradición con la modernización sin perder la hegemonía y sin desestabilizar política y socialmente a toda una nación? Las respuestas fueron múltiples y entre ellas destacaron el análisis de la figura presidencial como eje de todo el sistema político, la mancuerna presidencia-partido, la relación de subordinación de la sociedad al Estado, la combinación de la escasa o nula participación política con el bienestar económico y viceversa, mayor participación y menor bienestar, la relación corporativo-clientelar entre el Estado y la sociedad, el papel del partido hegemónico y de los agentes gubernamentales en dicha relación, las reformas políticas que gradualmente ampliaron la participación de otros partidos despresurizando así al sistema, etc.

Hoy, a un año de iniciado el presente sexenio, se puede agregar un tema más: la creación de un nuevo tipo de sistema de partidos y que provisionalmente podríamos llamar: “Sistema de partido neo-hegemónico bi-oposicional simulado”, cuyas principales características serían:

a)      Un partido neo-hegemónico en proceso de reconstrucción, capaz de lograr acuerdos que le permitan el “uso inteligente” de otras fuerzas políticas.

b)      Una presidencia de la República debilitada, limitada por una serie de poderes fácticos capaces de imponer a ésta algunas de sus condiciones.

c)      Dos fuerzas políticas nacionales, también debilitadas, interesadas en negociar, a partir de su debilidad, con el partido neo-hegemónico para simular una oposición, pactada de antemano, y conformar una democracia, también simulada.

d)     Un conjunto de actores de primera línea que, a partir de simular su oposición, en especial a la Reforma Energética, distraigan la atención, mientras la reforma pasa.

e)      Una oposición real marginada -política, intelectual, mediática, callejera- encerrada en el círculo rojo, capaz de hacer evidentes los manejos en “lo oscurito”, pero sin posibilidades reales de cambiar el sistema, más allá de algunas pírricas victorias.

f)       Una porción de ciudadanía en construcción que aún no alcanza para modificar un sistema que, como el SIDA, se regenera, causando cada vez más daños.

g)      Una población tradicionalmente apática y desinformada, atrapada por la oferta mediática de los monopolios televisivos, que los mantienen soñando con un México que sólo existe para unos cuantos y que nunca podrán alcanzar.

Como conclusión, puede afirmarse que, a un año de su regreso a la presidencia de la República, el PRI una vez más da una lección de realpolitik, al demostrar que “lo que resiste, apoya”.

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