De Jesús Robles Maloof
“Yo siempre cuento mi triste historia. Y siempre digo que esto no puede pasar nunca más”
Con Felipe Calderón hemos vivido los años más trágicos de nuestra historia como Nación independiente solo superados por la etapa de la Revolución Mexicana. Con cerca 100 mil personas asesinadas, 20 mil desaparecidas y 250 desplazadas la dimensión del costo humano se equipara a la guerra en Irak.
Las dimensiones de la guerra pueden debatirse, pero nadie, ni siquiera Calderón, debate la existencia de un conflicto que ha cobrado miles de víctimas sin deberla ni temerla. Trato de no usar el término “víctimas inocentes” o “víctimas civiles” categorías que infieren la existencia de “víctimas culpables”. Por mi parte creo en el principio que nadie es culpable hasta que tras un proceso, se demuestre lo contrario.
Con un gobierno que se negó a reconocer los costos humanos de su ofensiva militar, tardaremos años en conocer la verdadera dimensión de la tragedia. Será como despertar de una pesadilla, para entrar a otra. Sí, porque Enrique Peña Nieto no ha dado muestras de contar con una estrategia de seguridad diferente. Para él, la fuerza pública se legitima por el principio de autoridad y no por el de legalidad. No registra que en un Estado Constitucional de Derecho la fuerza se usa bajo los principios de racionalidad, necesidad, proporcionalidad y legalidad, tal y como lo estableció la Suprema Corte en el caso Atenco.
La evaluación ciudadana del gobierno de Calderón se dio con contundente claridad el 1 de julio pasado. Otra más profunda se realiza cotidianamente en la vida de quienes sufrieron en carne propia la violencia de estos años. Habrá algunos procesos legales que correrán en EU y en Europa. La evaluación histórica tardará un poco más, pero ya se atisban algunos trazos de lo que será un juicio por la acción deliberada y la omisión negligente de un gobierno marcado por la sordera y la traición hacia las víctimas.
Ahora mi recuento es más personal. Entre los miles de asesinados en este sexenio de muerte, yo perdí a mis amigos Marisela Escobedo, aQuetzalcoátl Leija y a Nepomuceno Moreno, quienes defendían los derechos humanos y que a causa de su trabajo fueron asesinados. En este tiempo murieron en la Guarderia ABC 49 niñas y niños en la tragedia infantil más grave de todo nuestra historia. Calderón protegió y premió hasta el último momento a las personas señaladas como responsables.
Como propias sentí las masacres de Salvárcar ciudad Juárez y San Fernando Tamaulipas, así como la tragedia en Casino Royale en Monterrey. Cientos de miles de migrantes cruzaron un México más cruelque nunca. Este sexenio entraron y salieron de la cárcel varios amigos por ejercer su libertad de expresión a través de internet. Como nunca en mi vida, salí a la calle para protestar e interpuse recursos jurídicos para la defensa de los derechos humanos.
Hemos sobrevivido al periodo de Calderón y tenemos una obligación moral de documentar lo sucedido y buscar justicia para las víctimas. Son años para no olvidar. Años de pérdida y dolor. Pero también años de lucha, organización y esperanza.
Felipe Calderón hoy te vas, pero nosotros no te olvidaremos.