Ni la revista Science ni Nature, dos de las biblias de la Ciencia, han podido resistirse a considerar el “corta-pega” genético como el gran avance científico del año. Tan polémica como apasionante, esta técnica permite borrar, añadir o cambiar genes a voluntad, en definitiva, editar la vida humana. Pero también transformará la modificación genética en animales y plantas, consiguiendo frutos secos a prueba de alérgicos o cerdos resistentes a virus. Las aplicaciones reales de esta nueva herramienta no han hecho más que aparecer.
La edición genética nació en 2012, pero ha sido este año cuando el éxito de varios experimentos le han dado el empujón definitivo. Su nombre técnico es CRISPR-Cas9 y está llamada a convertirse en una de las herramientas más revolucionarias de los próximos años porque cambiará radicalmente el tratamiento de infinidad de enfermedades. En el laboratorio ya se ha utilizado para tratar el VIH y el cáncer, al transformar las células cancerígenas más sensibles a la quimioterapia. Y lo más inquietante: científicos chinos han demostrado que pueden editar embriones humanos y alterar para siempre el genoma humano.
La edición de embriones permite corregir enfermedades hereditarias, antes de que el bebé nazca. De esta manera, se podría evitar el nacimiento de niños con fibrosis quística, la distrofia muscular o algunos cánceres hereditarios. Esto es posible modificando los genes del embrión o incluso antes, en el óvulo de la madre, si ella es portadora de determinada enfermedad. Para corregir el gen defectuoso se necesitaría someter a los futuros padres a un tratamiento de reproducción asistida, concebir los embriones y eliminar la mutación que provoca la enfermedad en el embrión antes de implantarlo. El proceso es relativamente sencillo y apto para cualquier clínica de reproducción asistida. Ahora solo se puede hacer con una biopsia desechando los embriones enfermos. Sin embargo, con el «corta-pega» genético, un proceso relativamente sencillo, se podrían curar.
El lado oscuro
La nueva herramienta tiene, sin embargo, un lado oscuro que ya ha hecho reaccionar a la comunidad científica. Además de curar, permite retocar genes para traer «niños a la carta». Si se conocen genes específicos relacionados con el color de ojos, la estatura, la resistencia física, la inteligencia se podrían intentar cambios para traer al mundo niños al gusto de los progenitores.
Ni es ético ni es seguro, han advertido en una reunión internacional que a comienzos de mes se celebró en Washington. Entre los peligros, apuntan a que la tecnología aún no es suficientemente precisa. Es decir, es difícil controlar con exactitud cuántas células se modifican y si se corrige realmente el gen alterado. Los efectos de la modificación genética en el embrión serían imposibles de detectar hasta el nacimiento y los cambios se arrastrarían en las siguientes generaciones.