Son las cinco de la tarde, usted debería estar saliendo de la oficina o llegará tarde al gimnasio, pero no le da tiempo a terminar el trabajo del día. Su compañero, muy amable, se ofrece a echarle una mano para acabar antes los dos juntos. ¿Por qué lo hace? ¿Le presta su ayuda por verdadera generosidad, o porque se siente en deuda, o en realidad le mueve un interés egoísta oculto? Es muy probable que la simple observación de su comportamiento no le dé una respuesta fiable. ¿Hay alguna manera de saberlo?
Para conocer las verdaderas razones por las que actuamos los seres humanos, un equipo internacional de científicos ha investigado las conexiones cerebrales que se activan cuando obramos movidos por unos motivos u otros. Los resultados han sido publicados en la revista Science.
“Nuestro estudio demuestra que las conexiones cerebrales pueden revelar si la gente se comporta de un modo altruista por empatía o porque se sienten obligados a devolverle un favor a alguien”, explica Grit Hein, investigador en la Universidad de Zúrich (Suiza) y autor principal del estudio.
“Además, hemos comprobado que la gente egoísta se vuelve más altruista gracias a la empatía”, añade el experto.
Para llegar a estas conclusiones, los científicos diseñaron un experimento con dos grupos de individuos. Un participante interactuaba con otras dos personas asociadas con el investigador, situadas una a cada lado del voluntario.
En el primer grupo, el participante observaba cómo un compañero recibía descargas eléctricas, lo que provocaba en él una respuesta de empatía, ya que “compartía” su dolor. En el segundo grupo, el sujeto observaba cómo su pareja sacrificaba dinero para salvarle de una de esas descargas eléctricas, y así generaba la necesidad de devolverle el favor. En ambos grupos, había un tercer participante que manejaba el control en el experimento pero al que no se le inducía la empatía ni la reciprocidad.
Después de la primera parte del experimento, todos los participantes llevaron a cabo una tarea de asignación económica. Podían perder dinero a cambio de dárselo a sus compañeros (comportamiento altruista) o ganar dinero a costa de que los otros lo perdiesen (comportamiento egoísta). Como los científicos esperaban, los participantes dieron más dinero a la pareja con quien habían sentido empatía o reciprocidad que a la persona encargada del control.
Conexiones cerebrales
En ambos grupos los participantes actuaron de manera altruista, pero sin delatar sus motivos. Los investigadores estudiaron en cada grupo las conexiones cerebrales de los participantes e identificaron distintos patrones que delataban cuáles eran los esos motivos específicos.
Según los resultados, los actos altruistas realizados por empatía delataban una conexión ligeramente negativa entre la ínsula anterior y el estriado ventral del cerebro, mientras que los actos impulsados por reciprocidad activaban la conexión entre estas regiones.
Los individuos más egoístas, por otro lado, mostraban una conexión baja o nula entre el córtex del cíngulo anterior y la ínsula anterior; mientras que aquellos sujetos denominados prosociales mostraban una conectividad positiva entre estas áreas.
Otro resultado que destaca el grupo de investigación es que al generar una respuesta empática en los participantes más egoístas, este grupo mostró una conectividad cerebral similar a la de los grupos prosociales. Por el contrario, los prosociales se comportaron de manera más altruista todavía activando la motivación de reciprocidad.
“El modo en que las regiones del cerebro se comunican entre sí sirve para conocer información que una persona no está dispuesta a revelar. Es más, podemos asegurar que emociones como la empatía pueden utilizarse para hacer que las personas egoístas se comporten de manera más altruista”, concluye Hein.