I.- Sin tener facultades para asumirse Jefe de Gobierno interino del Distrito Federal, el señor Héctor Serrano ha estado haciendo y deshaciendo en ausencia y con la complacencia del titular de esa función: Miguel Angel Mancera (¡doctor en Derecho y ha dejado que su empleado se arrogue facultades inconstitucionalmente!), al grado de que él y quien hace las veces de secretario de Seguridad, es decir, el jefe policiaco defeño, no imprudentemente, sino como una provocación en medio de la tensión social que vive el país desde la capital del Estado Federal, mandaron a la policía entrar a la Universidad Nacional Autónoma de México –con o sin autorización de la Rectoría– para… ¡investigar el robo de un celular!; y para dispersar a los estudiantes que cuestionaban la intromisión, los policías “dispararon al aire” y una bala atravesó la pierna de un estudiante. Cuando no estamos para echarle más leña al fuego, legal y legítimo de las protestas, se le ocurrió al señor Serrano permitir que dos o tres policías disfrazados de civiles, dizque atendieran la denuncia de un robo menor dentro de la UNAM. A todas luces fue una agresión que motivó la reacción universitaria.
II.- Sólo a Héctor Serrano –con la aprobación de Mancera– se le ocurrió que penetrar en el área de la UNAM, era una rutina policiaca y del Ministerio Publico más, sin tener consecuencias negativas. Aunque con todo su derecho individual y colectivo, los estudiantes de la UNAM han participado en las manifestaciones de protesta por el asunto de Ayotzinapa, no estaban involucrados abiertamente contra la inseguridad nacional. Pero ya entró de lleno a la indignación popular, porque el secretario de Gobierno en funciones de facto de Jefe de Gobierno, sin saber lo que pasa en la ciudad por estar atento a la evolución de la cirugía de su jefe: el Doctor Mancera, informado de la denuncia, estuvo de acuerdo en la invasión del campus universitario. Y se armó un nuevo conflicto que se suma al hervidero volcánico de problemas que agitan la conciencia nacional. Si no había una conexión directa de la UNAM con los demás problemas nacionales, ya se estableció el nexo.
III.- Ha sido una estupidez administrativa, que involucra al Ministerio Público de la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal, la Secretaría de Seguridad del Distrito Federal y del secretario de Gobierno creyéndose Jefe de Gobierno. No está, pues, el país para ese tipo de provocaciones de los gobernantes que con el síndrome de Aguirre y Abarca, generen más violencia oficial. Y con este aberrante hecho, las dos máximas casas de estudio: el Instituto Politécnico Nacional y la Universidad Nacional Autónoma de México, con la Universidad Iberoamericana, Tecnológico de Monterrey y las que están en pie de lucha por el país, están en guardia contra las embestidas oficiales de un peñismo presa de la ira, que busca pretexto para arremeter contra los estudiantes y creer que no habrá reacción. Aquí encaja perfectamente aquella máxima de que: “no había sido un crimen, sino algo peor, una estupidez policiaca”.