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Manejo de residuos tecnológicos: ¿Por el ambiente o el dinero? (Parte I)

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Coatlicue Nieto /

En el planeta se acumulan de 40 a 50 millones de toneladas de desechos electrónicos por año, cuyo tratamiento permitiría recuperar plásticos, metales ferrosos y no ferrosos, metales preciosos, vidrio y piezas electrónicas.

Algunos compuestos y metales pesados presentes en los residuos tecnológicos, concentrados en grandes cantidades pueden contaminar mantos acuíferos, suelo, aire o generar efectos negativos en la salud de las personas, de tipo cancerígeno , así como a los sistemas nervioso, endocrinológico o inmunológico.

“La mayoría de personas no participa en la venta de desechos por contribuir al medio ambiente sino para poder comer cada día”: Encargado de centro de compraventas de residuos tecnológicos.

(06 de febrero, 2014).- Sofía cambia el tóner de la impresora familiar. Antes de desecharlo, revisa el empaque para saber cómo hacerlo, lee en la etiqueta que la empresa fabricante admite la devolución del tóner una vez que éste concluye su vida útil, siempre y cuando, reúna al menos otros cinco de éstos. Sofía se siente frustrada, ya que deberá esperar al menos un año y medio para obtener los otros cuatro, eso si antes su mamá no encuentra el cartucho vacío y lo tira directamente a la basura

El caso de Sofía es uno de los miles suscitados en México y los cuales reflejan el creciente consumo de bienes e insumos tecnológicos en el país, que en 2011 alcanzó un importe de 84 mil 348 millones de dólares, con una tasa media de crecimiento anual de 33%, de acuerdo con la Secretaría de Economía.

El crecimiento sostenido de este sector también genera un aumento en los desechos que produce, lo cual plantea las siguientes interrogantes: ¿Qué ocurre con los bienes electrónicos al término de su vida útil? y ¿Quiénes son responsables del tratamiento y disposición final de estos residuos?

De acuerdo con el artículo 1º de la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de Residuos Sólidos, la responsabilidad del manejo de los residuos tecnológicos es compartida por productores, importadores, exportadores, comerciantes, consumidores y autoridades de los diferentes niveles de gobierno, así como por los prestadores de servicios en el manejo integral de éstos.

Sin embargo, la mayoría de los consumidores ignoran cuál es la mejor forma de desechar sus aparatos tecnológicos. Según el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), anualmente se generanun total de 285.57 mil toneladas de residuos, 21.66 mil de electrodomésticos y 263.85 mil de electrónicos.

En 2007, el Instituto de Ecología –que con la nueva Ley General de Cambio Climático, publicada en el Diario Oficial de la Federación (DOF) el 6 de junio de 2012, fue sustituido por el INECC– elaboró el Diagnóstico sobre la Generación de Basura Electrónica en México.

En dicho dictamen se precisa que en los dispositivos electrónicos –y por tanto en los desechos generados al concluir la vida útil de éstos– existen dos grupos de sustancias consideradas tóxicas para el ambiente y la salud humana: los compuestos orgánicos polibromados, conocidos también como retardadores de flama bromados (BFR); y algunos metales pesados como cadmio, cromo hexavalente, mercurio y plomo que, como señala este documento, son motivo de la Directiva de la Unión Europea que propone su eliminación total de los aparatos electrónicos.

Esta valoración –a cargo del Centro Interdisciplinario de Investigaciones y Estudios sobre Medio Ambiente y Desarrollo del Instituto Politécnico Nacional (IPN)– muestra además que, los retardadores de flama bromados, se usan como aditivos de los plásticos de circuitería y en el chasis de televisores y monitores de computadoras personales; así como en los gabinetes, tarjetas madre y tarjetas de circuito de monitores; en teclados y ratones; memorias y microprocesadores de videojuegos; además de incorporase en tarjetas de circuitos y microcontroladores de  videograbadoras.

Este análisis no relaciona directamente a los éteres bifénilos polibromados ni a los metales pesados, como agentes causantes de daños a la salud humana porque las cantidades empleadas en los electrónicos no son significativas, aunque en estudios, sólo realizados en animales, se ha confirmado que éstos han desarrollado tumores cancerosos u otros daños, únicamente ante la exposición constante y en cantidades muy altas de plomo, cadmio, bifénilos polibromados, cromo o mercurio.

Alma Santa Rita, ingeniera química por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y maestra en Ciencias en Energía y Medio Ambiente por la Escuela de Minas de Nantes de Francia, explica en entrevista que son “la incineración y acumulación no controlada de los éteres bifénilos policlorados y policromados (los) que se utilizan como retardadores de flama en los aparatos electrónicos, así como de los metales pesados, también presentes en éstos, las que los convierten (a los desechos) en agentes tóxicos de alta peligrosidad y provocan su propagación en la naturaleza”.

Agrega que: “la incineración no controlada de desechos con compuestos aromáticos como los bifenilos policlorados, es uno de los principales factores que provoca la formación de sustancias de alta toxicidad como las dioxinas y los furanos; compuestos muy estables químicamente y de muy difícil degradación, que se acumulan en la naturaleza, se fijan a los tejidos y pueden ser transportados en la cadena alimenticia, es decir, en cualquier tipo de carne, así como en el agua, y causar cáncer y trastornos hormonales”.

La especialista en energía indica que en lo que se refiere a los metales presentes en la basura electrónica, su acumulación en grandes cantidades causa la filtración de estas sustancias a los mantos acuíferos, suelo y aire, con efectos diversos sobre la salud; algunos daños cancerígenos y otros que pueden afectar los sistemas nervioso, endocrinológico o inmunológico.

 

¿Residuos tecnológicos?

 

Los residuos tecnológicos, de acuerdo con el artículo 19, fracción VIII de la Ley General para la Prevención y Manejo de Residuos (LGPGIR) son aquellos provenientes de las industrias de la informática, fabricantes de productos electrónicos o de vehículos automotores y otros, que al transcurrir su vida útil, por sus características, requieren de un manejo específico, el cual se establece de manera detallada en la Norma Oficial Mexicana NOM- SEMARNAT-161-2011.

Esta NOM dispone que los productores, exportadores, importadores y distribuidores de productos tecnológicos tendrán que tomar acciones encaminadas a maximizar el aprovechamiento y la valorización de los residuos con base en estrategias y acciones que deberán ser técnica, ambiental, económicamente factibles y socialmente aceptables.

De esta forma, la LGPGIR, incorpora a los desechos tecnológicos como Residuos de Manejo Especial (RME), y apunta que es responsabilidad estatal. Por su parte, el gobierno del Distrito Federal a través de las secretarías del Medio Ambiente y de Obras y Servicios, es quien implementa las medidas de recolección, transferencia, selección y disposición final de los residuos sólidos urbanos (RSU) y los RME.

En la Ciudad de México, por ejemplo, se reporta diariamente un promedio de 12 mil 654 toneladas de residuos sólidos, que según la Secretaría de Obras y Servicios, se distribuyen en trece estaciones de transferencia, los inorgánicos susceptibles de reciclaje se transportan a cualquiera de las tres plantas de selección de residuos urbanos mezclados, cuya capacidad conjunta es de seis mil 500 toneladas diarias.

En estas plantas de selección, los desechos orgánicos son convertidos en composta, y los residuos inorgánicos que no puedan reutilizarse, son trasladados al relleno sanitario Bordo Poniente IV, el único sitio de disposición final con que cuenta la Ciudad de México actualmente.

No obstante que la norma oficial 161, la Ley de Residuos Sólidos del Distrito Federal y su reglamento establecen que los generadores de RME deberán instrumentar planes para el manejo, tratamiento y disposición final de dichos residuos, la Sedema notifica sólo el registro de 32 planes de manejo no sujetos a licencia ambiental, 11 actualizaciones y 40 informes de manejo de residuos en 2012.

Asimismo, esta dependencia reporta que el año pasado se recolectaron 36 mil cartuchos de tóner, 24 mil 621 teléfonos celulares y se enviaron 20 toneladas de residuos electrónicos a empresas especializadas en reciclado de materiales de manejo especial y peligroso.

Economía de sobrevivencia

Conforme a las cifras publicadas por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI) al cierre de 2012, en México existen 53.3 millones de personas en situación de pobreza, lo cual orilla a algunas  de éstas a buscar ingresos extra a través de la recolección de desechos como papel, PET, cartón, vidrio y aluminio.

Carlos –quien no quiso dar su apellido a la reportera– labora en un centro de compra-venta de residuos sólidos urbanos, ubicado en la avenida San Jerónimo 1717 de la delegación Magdalena Contreras.

En este establecimiento, Carlos recibe semanalmente cerca de 30 toneladas de desechos, en un horario de lunes a sábado de 7:00 a 18:00 horas, aunque aclara que la cifra puede variar “según el clima”; además precisa que el negocio ha bajado porque se han abierto muchos lugares “patito”, donde no cuentan con la infraestructura mínima para operar, ni con el uso de suelo ni los permisos, pero que aún así “trabajan”.

Detalla: “Aquí tenemos un contenedor y el montacargas, lo cual evita que trabajemos doble porque no tenemos que recibir los desechos, arreglarlos y después vaciarlos en el contenedor, sino que lo hacemos directo, y ya cuando está lleno (el contenedor) viene el camión por él, lo engancha y deja otro vacío”.

Sus patrones, explica, tienen 40 años de experiencia en el negocio, y además del centro de compra-venta de RSU, cuentan con una planta de recuperación de cobre en Texcoco, lugar a donde se destina el cobre que recolectan.

El proceso de incineración –de acuerdo con el encargado– se realiza en un horno de última tecnología, el cual “no contamina” ya que es posible calibrar la temperatura de tal forma que derrita el plástico cobertor de todo tipo de cables, pues éstos “presentan diferentes grosores y texturas”. “Hay personas que los queman así nada más y ni recuperan el metal y sólo contaminan”, enfatiza, “si quemáramos ese montón de cables –dice señalando un costal a medio llenar– el humo cubriría todo el cielo de aquí con una nube tan densa que no se vería nada”.

Respecto al manejo de los residuos tecnológicos, el trabajador revela que no conoce de ningún programa gubernamental que promueva la recolección de estos desechos, salvo de un congreso del Instituto Nacional de Recicladores (INARE) –organismo no gubernamental conformado por más de dos mil 700 afiliados, cuyo objetivo es fomentar las tareas de reciclaje en México y promover los vínculos necesarios entre la comunidad de recicladores y las autoridades correspondientes, según su página de internet– y al que asistieron sus patrones este año en Acapulco.

Carlos  afirma que cualquier programa de recolección de residuos tecnológicos, llegaría a un mayor número de personas si éste hiciera partícipes a negocios como en el que trabaja, ya que ellos están diariamente en contacto con las personas, mientras que los programas que convoca el gobierno regularmente establecen sus centros de acopio en distintas sedes, lo cual no resulta atractivo, pues la mayoría de personas no participa en la venta de desechos por contribuir al medio ambiente sino para poder comer cada día, por lo que no acudirían a estos centros debido al costo del transporte.

Este tipo de depósitos de residuos no recolectan televisores ni tóners, sólo reciben estéreos y dvd´s, además de fierro, cobre, bronce, vidrio, antimonio y aluminio. La razón: los residuos tecnológicos tienen “mucho” plástico, y los electrodomésticos que recolectan los venden como fierro viejo, por lo que, hasta ahora, el reciclaje de desechos electrónicos no le parece redituable a Carlos.

“Lo que sucede es que no tenemos el contacto para reciclar desechos tecnológicos, porque del papel, PET y fierro, ya tenemos a los intermediarios que los compran, una fábrica que está en Tláhuac para el papel y otra en Pachuca para el fierro. Así que ellos vienen directamente por los materiales; aquí sólo se capta, separa y destina a los diferentes clientes”, finaliza el trabajador con más de diez años de experiencia en el negocio de la compra-venta de residuos sólidos.

Twitter: @Sophiadaria

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