Por: Valentina Pérez Botero y Estela Garrido /Fotos: Rodrigo González
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A los pies del Ángel que mandó a construir Porfirio Díaz para el centenario de la Independencia y a través de la avenida Paseo de la Reforma, que Maximiliano privilegió como ruta a su castillo, un contingente de protestantes se congregó para exigir un “México sin PRI” y la libertad de los presos políticos desde hace tres días.
El lugar no es aleatorio, a la espalda de los manifestantes la Estela de Luz se erige en línea recta como símbolo de la corrupción del gobierno saliente y un poco adelante, casi de manera irónica, está el edificio de Monex la empresa denunciada, por la oposición, junto a Soriana de auspiciar la compra de votos para el PRI a través de sus tarjetas.
Alrededor de 700 personas entre estudiantes del Instituto Politécnico Nacional (IPN), Universidad Autónoma de Metropolitana (UAM), la Escuela de Pedagogía Nacional, adultos mayores, madres y padres de los detenidos, e incluso niños y bebés esperaban pacientes a que más gente se reuniera.
La marcha inició una hora después de lo acordado, a las 15:00 horas. En la glorieta del Ángel, mientras se aglomeraba el resto de los manifestantes, un señor agachado en el piso con un pelo canoso relamido y amarillento escribió con la mano izquierda, su única mano completa -en la derecha sólo tiene el dedo gordo- la palabra “Provocación”, con la dignidad de la tilde en la o.
Cuando arribó el contingente de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), los manifestantes del Ángel aplaudieron la llegada de los “¡Goyas!”, la energía de los estudiantes que gritaban a pulmón abierto “¡Libertad a los presos por luchar!” con rostros de impotencia y desesperación.
Empezó la movilización. Al frente del contingente una señora de al menos 50 años que no paraba de gritar consignas de libertad junto con las madres de los detenidos.
Camino al Zócalo, avanzando por la avenida Reforma, los manifestantes que llegaban al cruce con avenida Insurgentes esperaban la punta de la marcha que aún no salía de la glorieta de la Palma. Estudiantes de Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), Universidad de Chapingo, Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) y Preparatoria 4 entre los miembros del Frente de los Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT) Atenco, alegaban que muchos de los que ya habían sigo trasladados a Reclusorios y el Penal de Santa Martha Acatitla no habían sido ni siquiera parte de la protesta del sábado primero de diciembre, eran simples transeúntes.
Al incorporarse a la avenida Hidalgo, el contingente ya abarcaba al menos tres cuadras, alrededor de 2 mil quinientas o 3 mil personas. Algunos de los civiles marchaban a ratos con los estudiantes vestidos de traje y corbata pidiendo “¡Libertad!” con franca desesperación. Otros, señores de la tercera edad que paseaban por la Alameda Central se incorporaron al contingente en Lázaro Cárdenas.
La confrontación verbal con el grupo de granaderos llegó hasta que la marcha caminó por 5 de mayo. La estrecha calle brindó la oportunidad del acercamiento, y las consignas que demandan trato justo, no represión y mucho menos violenta a los granaderos inundó las gargantas de los estudiantes que gritaban impotentes. Turistas veían atónitos la marcha, a ratos, aplaudían en apoyo a los manifestantes.
La protesta llegó a la plancha de cemento del Zócalo. Con orden y todos se sentaron a escuchar los mensajes de los familiares de los detenidos y de los coordinadores de la logística de la marcha convocada por #YoSoy132. No hubo ningún disturbio, ningún vidrio roto, ninguna confrontación con la policía de tránsito o el cuerpo anti motines. Nada comparado con lo que se vivió el sábado a unas cuantas calles.